Tres partidos después, el Real Mallorca de Jagoba Arrasate sigue alejado de la victoria. El conjunto balear sumaba este martes su segundo empate consecutivo en Son Moix frente al Sevilla en un partido que se le pudo complicar mucho durante el primer tiempo y que debió ganar en el segundo. Un arreón final cargado de buenas intenciones pero sin una gota de nitroglicerina dejaba al equipo igual que al principio y alargaba las dudas con respecto a la confección de una plantilla que necesita arreglos antes de que el reloj del mercado se detenga la medianoche del viernes.
El Mallorca continúa siendo un puzle al que le faltan piezas. Una obra incompleta. Un guiso sin sal. Lejos otra vez de aquella cautivadora versión con la que se presentaba en la primera jornada, el once bermellón se guardaba en la mochila otro de esos empates que admiten múltiples lecturas. Bien en el tramo final aunque vacío y demasiado previsible hasta entonces, pasaba por diferentes estados durante los noventa minutos para volver a quedarse parado a unos pocos centímetros de la meta. Muriqi, Samú Costa y el canterano Marc Domènech, que podría haber firmado la mejor noche de su vida, perdonaban tres gran ocasiones frente a la puerta de Nyland y lo dejaban todo en el aire.
Sin tiempo ni espacio para procesar del todo el chasco de Pamplona, Jagoba cumplía con otra de las cosas que había anunciado desde que se sentó en el banquillo: las rotaciones en la portería. Tras dos jornadas con Greif bajo el larguero, Leo Román disponía de su primer turno de palabra y volvía a ser titular en Primera División, ahora con un montón de horas de vuelo encima gracias a su estancia en Oviedo. No era el único cambio del técnico de Berriatua, que también tiraba de bisturí de cintura para arriba. Situaba a Morlanes al volante en lugar de Mascarell e improvisaba por los costados (al menos de salida) con Antonio Sánchez y Larin, a la espera de lo que traiga en los próximos días el oleaje del mercado.
El Mallorca volvía a nadar en la espesura durante un primer tiempo de digestión pesada. Lejos de ofrecerse a intercambiar golpes, los dos equipos preferían jugar una partida de ajedrez y no precisamente de las rápidas. Los locales, que no tenían nada que ver con aquel equipo que salía al campo a impresionar al Madrid, tardaban más de diez minutos en llamar a la puerta del Sevilla y lo hacían sin mucha convicción. Un cabezazo manso de Muriqi sin apenas levantar los pies del suelo y un tiro lejano de Raíllo eran lo único destacado de la primera fase de un duelo que los andaluces optaban por macerar. Poco a poco iban elevando las líneas —y de vez en cuando la presión— los hombres de García Pimienta, con más facilidad para apretar el gatillo. Saúl iniciaba un pequeño tiroteo al que se sumarían de inmediato Lukebakio y Carmona, obligando a Leo Román a resoplar.
Con el partido palideciendo, el Mallorca probaba a salir del laberinto amontonando a mucha gente en la parcela central y entregándole los pasillos laterales a Mojica y Maffeo, pero ni así conseguía fabricar ocasiones el conjunto balear, que además dejaba las puertas abiertas a un posible contragolpe. Y así se lo hacía saber el Sevilla. El primer asalto, anestésico para el espectador, se apagaba entre la confusión y una falta de ideas alarmante.
La segunda mitad despertaba con el Sevilla lanzando a la papelera su mejor oportunidad, en las botas de Sow tras un centro desde la izquierda. A partir de ahí no iba a proyectarse demasiado en esa mitad del campo el conjunto hispalense. Porque un rebote de Juanlu que dejaba a Muriqi solo ante Nyland iba a despertar de golpe al Mallorca y a su público. El kosovar no acertaba en su remate final con la zurda, pero al menos avivaba un fuego que parecía no tener llamas. En la jugada siguiente era Samú Costa el que levantaba al estadio haciendo lo más difícil que podía hacer: mandar fuera un cabezazo con todo a favor a muy poca distancia de la portería. El defectuoso testarazo del portugués, a pase precisamente de Muriqi, terminaba de meterle el miedo en el cuerpo a los de García Pimienta, que ya no volverían a ser los mismos.
Arrasate volvía entonces a la casilla de salida. Quitaba a Larin y Antonio Sánchez para insistir en su plan de siempre: Dani Rodríguez y Asano. Nada más pisar el tapete el japonés ya se revolvía con un disparo a la media vuelta que mejoraba casi todo lo visto hasta ese momento.
Cuando el Sevilla parecía preparado para estirarse de nuevo Jagoba volvía a mirar al banquillo y a tirar de lo poco que le quedaba para ir más allá: Abdón y Marc Domènech. El juvenil debutaba y se quedaba muy cerca del partido soñado después de que en el minuto 94 le pasara entre los pies un envío de Samú Costa desde la izquierda. El delantero, que hace solo unos meses goleaba en el San Francisco y que es una de las mejores noticias del verano, armaba el pie una décima de segundo más tarde de lo normal. Lo justo para se le escapara el gol y para que se evaporara la primera victoria de la temporada. A falta de resultados, toca esperar fichajes y movimientos en los despachos antes de que el viernes, a medianoche, concluya la cuenta atrás. Pero esa es otra película. Y habrá que confiar en que termine bien.
Ficha técnica
0 - Real Mallorca: Leo Román, Maffeo, Valjent, Raíllo, Mojica, Samú Costa, Morlanes (Mascarell, m.73), Darder (Marc Domènech, m.82), Antonio Sánchez (Dani Rodríguez, m.65), Muriqi (Abdón, m.82) y Larin (Asano, m.65).
0 - Sevilla: Nyland, Carmona, Badé, Gudelj (Marcao, m.70), Pedrosa, Saúl, Sambi (Juanlu, m.62), Sow, Ejuke (Agoumé, m.90), Iheanacho (Isaac, m.62) y Lukebakio (Navas, m.70).
Árbitro: Muñiz Ruiz (Comité gallego). Amonestó a Sow por parte del Sevilla. Expulsó con tarjeta directa a Saúl (m.90)
VAR: Del Cerro Grande (Comité madrileño).
Incidencias: 20.470 espectadores en Son Moix. Antes del partido fueron homenajeados los medallistas olímpicos Juana Camilión, Marcus Cooper Walz y Joan Antoni Moreno.