Otro pulso. Y es el tercero. Los narcos de Son Banya no se achantan y en pocos días han construidos dos nuevas edificaciones ilegales a la entrada del poblado, para seguir vendiendo cocaína desde allí a los conductores que entran. El mensaje de los traficantes evidencia que seguirán con las infracciones urbanísticas: «El poblado es nuestro».
Según ha podido saber Ultima Hora de fuentes policiales, las dos nuevas chabolas fueron construidas de forma precipitada, aprovechando el parón de Semana Santa. De hecho, los investigadores tenían claro que los ocho clanes gitanos que dirigen Son Banya aprovecharían estas fiestas para actuar con impunidad.
Sin embargo, desde el Ajuntament se ha advertido que los narcos no se saldrán con la suya y que las casetas, de tablones, lonas y uralita, serán derruidas en breve: «Y todas las que levanten correrán la misma suerte. Seremos implacables en este sentido y cualquier edificación ilegal será demolida en un breve plazo de tiempo».
El trasfondo del conflicto es complejo: los traficantes ya no pueden recular porque votaron por unanimidad que el poblado debía ser dividido en dos partes. En la antigua, donde están ubicadas las casas de las familias, ya no se vende un gramo, precisamente para evitar lo que ocurría a menudo: que durante las redadas policiales cayera todo el clan.
Ahora, la entrada del poblado es un circuito al margen de la zona antigua por el que circulan los coches de los consumidores. Pero para que funcione la separación deben instalar casetas de venta, donde esconden las papelinas y los traficantes se ocultan para evitar que los drones policiales los graben desde el aire.
Así pues, si los traficantes siguen empeñados en edificar un nuevo Son Banya se toparán con las grúas y las excavadoras municipales, que visitarán el poblado «las veces que sea necesario», según las fuentes consultadas. «Uno de los dos tendrá que ceder, y no vamos a ser nosotros», insistieron ayer desde el cuartel de San Fernando.
En este sentido, la Policía Local de Palma ha diseñado un plan para controlar a diario, incluso dos veces al día, que el poblado no se expande. Precisamente, como resultado de esta vigilancia se han detectado las dos nuevas edificaciones, que se levantaron por la noche, amparados en la oscuridad.
De forma paralela, los investigadores siguen buscando a los implicados en la construcción de la gran pista de 90 metros de largo por 20 de ancho, la rotonda coronada con un barco y las siete chabolas de gran tamaño, que fueron demolidas hace unos días y que costaron más de 200.000 euros a los narcos. El problema es que la mayoría de los sospechosos son insolventes y las sanciones administrativas contra ellos serían inútiles.
No son mas que delincuentes sinvergüenzas. Pena de justicia que no hace nada.