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El pescado mallorquín aguanta en los mercados

Las consecuencias de la huelga de pescadores van desde los locales cerrados a los vendedores que tienen género de la subasta del sábado en la lonja

Carteles de apoyo a la huelga de pescadores en una pescadería cerrada en el Mercat de l'Olivar. | Pere Bota

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La huelga de pescadores contra las restricciones previstas por la Unión Europea tiene un amplio abanico de consecuencias en los puestos de venta de los mercados.

No hay desabastecimiento, pues se puede encontrar pescado mallorquín en los puestos donde los propietarios fueron previsores y se hicieron con género suficiente en la subasta del pasado sábado en la lonja, antes de la huelga de dos días: lunes y martes.

Así, en la pescadería Catalina, del Mercat de Santa Catalina, se puede decir que hay de todo: calamar, gambas, rape, merluza, gallo, salmonetes, cigalas o cap-roigs, todo ello de la Isla. Tal vez no en la cantidad habitual, pero, de momento, suficiente. «Así hasta que se acabe», afirma su responsable

En el otro extremo, hay pescaderías que no han abierto, por solidaridad con los pescadores o, simplemente, porque la lonja no hizo subasta y no tienen género. Otros pescaderos sí han abierto, pero, como no hicieron provisión en la lonja, su oferta de pescado mallorquín se ha reducido más de un 90 % y sólo ofrecen producto foráneo adquirido en Mercapalma.

Biel y Rosa, responsables de la Peixateria Biel, también del Mercat de Santa Catalina, explican que «nuestro producto principal es el pescado mallorquín y si no contamos con él, nuestros ingresos bajan al menos el 90 %. Los clientes ven que no tenemos producto local y no les podemos engañar».

«La huelga de dos días casi no nos afecta porque pedimos productos con previsión y también nos hicimos con pescado local, pero si se alarga, tendremos problemas», lamenta el propietario de la Peixateria Marilén, del Mercat de l’Olivar, José Martín. Si la cosa no va a más, cree que todo quedará en un ligero incremento en el precio del pescado a partir del jueves. En cambio, si la Comisión Europea decide restringir a los días laborales en el mar, «podría haber desabastecimiento y muchos nos veríamos obligados a reestructurar plantillas», teme el pequeño empresario.

«Somos muchos los que dependemos de la pesca. Una barca alimenta, como mínimo, a 10 familias. Es una cadena muy larga que va más allá de los pescadores», señala, y considera que ninguna empresa puede asumir la restricción planteada. «Nos veremos obligados a comprar todo el pescado fresco a Marruecos porque está cerca y será más barato; todos los países europeos querrán comprar en los mares de Escocia y Noruega y los precios serán muy altos», advierte Martín.

Los pescaderos esperan que las barcas vuelvan a salir y recuperar así la oferta normal y tradicional de producto fresco y local. Los vendedores no acaban de entender que desde Bruselas se pretenda imponer unas restricciones de capturas tan drásticas, que también les afectaría a ellos como comercializadores de pescado fresco.

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