Mientras que muchos piensan en no volver a tomarse un café de máquina en lo que les quede de vida tras la denuncia interpuesta por la joven que acabó en la UCI al beberse uno lleno de insectos; en el aeropuerto de Palma, no se ha producido ningún tipo de sorpresa. La noticia de la veinteañera, víctima de un shock anafiláctico, sí ha impactado en la plantilla pero no ha provocado la misma reacción la imagen del vaso de café repleto de insectos. Para la mayoría de trabajadores consultados por este periódico, es costumbre encontrar en la zona de máquinas expendedoras y en algunos de sus productos, la presencia de estos pequeños visitantes.
La máquina precintada, que se encuentra en la planta 0 de la zona de llegadas aeroportuarias, se encuentra junto a un control de trabajadores por el que pasan la mayoría de empresas y compañías aéreas. Es una de las vías de acceso que la joven, que se encontraba en una formación en la sexta planta, utilizaba para acceder a su jornada. Los trabajadores del área comentan que, al estar ubicados en la «zona cero» de las obras de reforma, el servicio de revisión de las máquinas no pasa por allí las mismas veces que por otras zonas más transitadas. Uno de ellos explica su experiencia: "Lo del café no es nada nuevo, yo de ahí no bebo ni agua a no ser que sea embotellada, en esa zona las máquinas todavía se revisan menos y la empresa a veces ni pasa por ahí; yo incluso las dejaba desenchufadas pero volvían a conectarlas".
Al parecer, el problema de los insectos en el recinto no sólo se acota en esta zona de control de accesos, otros trabajadores, incluso de la zona de pistas, hablan del estado de las máquinas de sus salas de descanso: "Con esas máquinas es normal que haya pasado esto, en las de nuestra sala salían los cafés con cucarachas«. Además, muestran preocupación tras lo ocurrido ya que la mayoría de ellos realizan turnos nocturnos o de madrugada y se beben el café confiando en que el contenido sea el adecuado. »No pueden tener este servicio así porque, la verdad, cuando entras pronto por la mañana y vas medio dormido, te tragas los insectos fácilmente", reflexiona uno.
Varios trabajadores evitan tomar café de esas máquinas
Otra trabajadora, incorporada en la plantilla desde mayo del 2022, asegura que nunca ha presenciado la revisión de esas máquinas. «Llevamos ya un tiempo sufriendo esto de los bichitos, como mínimo un año», explica. Ella misma pasó por una de estas experiencias: "Personalmente, a mí me salió una cucaracha en un café y a otra compañera le salieron otros bichitos en un té«. Tras estos incidentes, ese grupo de trabajadoras, además de dar parte sobre el estado de las máquinas, decidieron ponerse una cafetera en su vestuario, »ahora sólo bebemos café de ahí", afirman.
El revuelo acaecido ha provocado que la asociación que agrupa las máquinas expendedoras que ofrecen este tipo de servicios salga en defensa de su actividad defendiendo que se trata de una situación muy puntual. En el caso de la empresa que lleva la actividad en el aeropuerto, no han querido aún pronunciarse al respecto. Los trabajadores defienden que, aunque hay máquinas de diferentes proveedores, muchas de ellas presentan problemas. «La empresa viene a menudo a recargar y recaudar, pero limpiarlas, poco», sentencian.