«Lo siento hermano, tengo que hacerlo». Esta es la frase que pronunció un joven venezolano cuando estaba asfixiando a un taxista en s'Arenal. El chófer simuló que se había desmayado y luego consiguió salvar la vida ofreciendo una desesperada resistencia. La Guardia Civil está investigando este asalto a taxistas en Palma y la brutal agresión, que se inició sin motivo alguno.
Los hechos ocurrieron en la madrugada de este viernes, cuando un taxista de Palma recogió en las Avenidas a un joven de entre 25 y 28 años, que le pidió que lo trasladara hasta una calle de s'Arenal, ya en el término de Llucmajor. Durante el trayecto, el desconocido entabló conversación con el chófer y le contó que era venezolano: «Allí por la calle no tenemos ni perros ni gatos», le explicó, de forma enigmática.
Después añadió que tenía problemas con el alcohol y que llevaba tiempo residiendo en Mallorca. Lo que inquietó al taxista, que tiene 42 años, es que iba en la parte de atrás del coche y se cambiaba continuamente de lado, sin venir a cuento. A eso de las 6.20 horas, el taxi llegó a la dirección señalada por el inmigrante y de improviso, sin una discusión ni motivo previo, el joven le cogió desde la parte de atrás por el cuello y empezó a asfixiarlo.
Tenía nociones de artes marciales, ya que lo inmovilizó de una forma muy determinada. El profesional empezó a quedarse sin aire y cuando comprendió que no se trataba de un atraco, le rogó: «Por favor, que tengo hijos». Fue entonces cuando el venezolano le susurró: «Lo siento hermano, tengo que hacerlo» y siguió estrangulándolo, sin piedad. El chófer decidió entonces jugárselo todo a una carta: simuló que había perdido el conocimiento porque era imposible zafarse de aquella llave y el ardid funcionó: el agresor dudó sólo unos segundos, pero fueron suficientes para que el señor le cogiera la cabeza con todas sus fuerzas y le arrancara mechones de pelo. Incluso un pendiente, que cayó al suelo y ahora es una prueba importante contra el extranjero. También le arañó el rostro y finalmente, el psicópata soltó a su presa y se escapó corriendo del taxi. El conductor tardó unos segundos en recuperar el aliento y después interpuso una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil.
El joven huido tiene la cara marcada debido a las lesiones que le produjo el taxista. Mide cerca de un metro y setenta y cinco centímetros y lleva el pelo largo. El caso se antoja bastante inquietante porque su motivación no era robar al taxista ni quedarse con su dinero. Todo apunta a que quiso asfixiarlo sin ningún motivo.