Las lluvias torrenciales y repentinas cada vez son más habituales en Mallorca y están causando daños muy importantes, e incluso, víctimas mortales. Hasta el momento, el suceso más trágico ha sido el de Sant Llorenç. El 9 de octubre de 2018 una fuerte torrentada se cobró la vida de 13 personas y destrozó el pueblo.
En lo que va de año, Mallorca ha vivido varios sobresaltos. El pasado 11 de junio una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) se situó sobre el aeropuerto de Palma y provocó un auténtico caos: inundaciones, vuelos cancelados y retrasados, etc. A mediados del pasado mes de agosto, las lluvias torrenciales volvieron a azotar a la Isla. Una vez más, las cancelaciones y demoras en Son Sant Joan fueron generalizadas; además, coincidieron con uno de los picos de la temporada turística. Sóller fue uno de los municipios más afectados, donde la Guardia Civil tuvo que evacuar a varias personas, pero hubo inundaciones en numerosas zonas de la Isla. Menorca fue aún mucho más afectada.
Cuando aún no se había olvidado lo anterior, la delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Baleares y Emergències 112 anunciaban esta semana que Mallorca volvía a estar en alerta por lluvias y tormentas muy fuertes. El martes, 3 de septiembre, dos excursionistas fallecieron después de ser arrastrados por una tromba de agua en el torrent de Pareis.
Los pronósticos del tiempo para el miércoles aún eran peores. El nivel de alerta pasaba a naranja, ya que se esperaban también por rachas de viento que podían ser huracanadas. Se temía lo peor, ya que estaba previsto que los frentes barriesen la Isla. En Ibiza ya habían dejado precipitaciones torrenciales y se pensaba que al llegar a Mallorca podría recrudecerse. Se preveía una situación muy complicada, hasta el punto que la presidenta del Govern, Marga Prohens, canceló su viaje a Perpiñán para seguir los efectos de la DANA. Afortunadamente, en el mar se desordenó y perdió fuerza.
¿Tenemos que acostumbrarnos a esto?
Basta hacer un resumen rápido, para comprobar que estas situaciones son cada vez más habituales. El portavoz adjunto de la delegación territorial de la Aemet en las Islas, Miquel Gili, explica las lluvias torrenciales y repentinas son habituales a finales de agosto y durante los meses de septiembre y octubre, ya que el agua del mar está muy caliente y la entrada de embolsamientos de aire frío las provoca.
Gili destaca que la novedad es que estos fenómenos tan adversos cada vez son más frecuentes, debido al calentamiento del agua del mar. «Era impensable que el agua del mar estuviese a 30º y ahora es habitual; solía estar a 27º». Además, resalta que el pasado 12 de agosto la boya de Sa Dragonera batió un récord histórico a nivel nacional: llegó a los 31,87º.
Ante esta situación, el portavoz adjunto de la Aemet insta a los ciudadanos a estar pendientes de los pronósticos del tiempo, que «cada vez son más precisos», aunque reconoce que no pueden acertar al 100 %. En este punto, destaca el «muy buen trabajo que están haciendo desde Emergències 112 a la hora de difundir los avisos que activa la Aemet», e insiste en que la población debe ser prudente. En relación a este asunto, los efectivos del GREIM (Grupo de Rescate e Intervención en Montaña) de la Guardia Civil han expresado esta semana que «estamos cansados de sacar del torrente a turistas con chanclas, que se creen que es un paseo cuando en realidad es un recorrido muy exigente, que tienes que realizar con el equipo adecuado».