Juan Rodríguez, portavoz del Sindicat Autònom del Transport de les Illes Balears (Sati), ni siquiera quería ser conductor. Se sacó todos los carnets posibles con 22 años y soñaba con llevar un tráiler. Como para sacarse el carnet de autobús le convalidaban mecánica y pista; por 500€, un curso de cinco semanas y una teoría asequible, lo consiguió. «No me daban trajo en ningún sitio, me metí para hacer currículum y acabé por no volverme a bajar del bus», cuenta. Se enamoró de la profesión y también de la parte de mejorarla para él y para sus compañeros.
Defiende que la prevención de las agresiones pasa por dos focos: mejorar el servicio y disuadir a los atacantes con consecuencias. «Hay dos perfiles entre los agresores, uno de persona 'normal', digamos, que por un mal servicio, peta; y luego el que es de naturaleza agresiva. El primer perfil es más propio de las líneas tensionadas, las zonas más saturadas, esas de buses que pasan llenos y que dejan gente en tierra, esto hace que la gente reviente, en verano sobre todo», aclara Juan.
¿Mampara total, sí?
Sí, sí. Y si fuéramos como los maquinistas de tren y estuviéramos en un sitio donde ni siquiera se nos viera, mejor. Tenemos estas mamparas nuevas parciales desde 2021, antes ni siquiera existían en el TIB. A muchos no les gustan porque se pierde el contacto con el pasaje, pero hoy en día con lo que está pasando, yo creo que todo el mundo aplaudiría si nos las pusieran totales.
¿Pero por qué ahora?
Antiguamente no había esta tensión, esta agresividad en el ambiente. A todos nos ha gustado siempre el contacto con la gente pero ahora la cosa está tan mal que incluso por autoprotección, por darnos más prisa, estamos haciendo cosas que no habíamos hecho nunca, como cerrar la puerta en la cara a la gente. El horario te come. No tienes otra que decir, 'no lo sé, adiós' e irte. Hemos perdido el buen rollo con la gente, no tenemos tiempo y estamos emprenyats tots. Es bastante agobiante. A la gente nueva que está entrando le está costando mucho psicológicamente sobrevivir en este trabajo.
¿Tanto afecta psicológicamente?
Te pongo un ejemplo. En 2021 entró un compañero que tenía a sus espaldas más de veinte años de experiencia llevando tráileres. Estuvo tres meses y ahora tiene una baja por depresión psicótica. Se trataba de una persona tímida, un hombre introvertido y todas estas situaciones le han sobrepasado.
¿La nueva concesión es un problema?
Más que la concesión es el sistema que se utiliza. La Conselleria de Transports es quien manda, son los que ponen los horarios, decide los busos que habrá, hace las previsiones y crea unos pliegos y todo esto se lo encarga a empresas subcontratadas que trabajan por kilómetros y cobran por kilómetros, les da igual que se lleve a un pasajero que a noventa. Claro, la flota que se previó ha quedado muy corta respecto a la demanda que hay y ahora no se puede cambiar. Se está exprimiendo al máximo y la única forma de conseguirlo es acortar horarios, ajustar las pausas, los tiempos de regulación, vamos todo el día corriendo. Es un 'sprint' constante.
¿Cuál dirías que es el estado generalizado de los conductores?
Hay una carga de estrés enorme. Intento aconsejar a los nuevos que no se obsesionen con el reloj, que si van tarde, vayan tarde; porque te aseguro que hay muchos que por querer cumplir con lo imposible, ni se paran al baño. Súmale también que el salario es malo. Mucha gente lo deja porque la nómina no compensa lo duro que es este trabajo. Está muy poco reconocido.
¿Se podría hacer de forma distinta?
Si la Conselleria hiciera la gestión directa, sería diferente. Podrían reinvertir los beneficios en el mismo servicio. Ahora tenemos un contrato cerrado de diez años y no puedes hacer nada, aunque veas que hay cosas que no funcionan. Es una posición muy cómoda para la Conselleria. Es un 'yo mando pero que lo gestionen otros'. No hay fluidez, no hay comunicación constante, no quieren saber la realidad, lo dejan todo en manos de las empresas que subcontratan.
¿Habéis planteado alternativas, propuesto medidas?
Llevamos años haciéndolo. Las mismas reivindicaciones. Y nada. Con lo del cambio de categoría ya habríamos convertido las agresiones en delitos y eso disuadiría a los agresivos. Serveis Ferroviaris de Mallorca sí lo tiene reconocido. Ni EMT ni TIB lo tienen y sería un buen primer paso. También retirar la tarjeta intermodal si hay agresiones; ya se pueden bloquear por fraude ¿por qué no por agresión? Que agredir no salga gratis. Ahora estamos negociando el convenido y yo creo que sobre la mesa hay dos cuestiones importantes. La primera, el salario, porque es una porquería, llevamos ocho años con el sueldo congelado y hay que recuperar el poder adquisitivo perdido. La otra, los tiempos de trayecto y la falta de descansos.
¿Y puramente respecto a las agresiones?
No hay inspectores. EMT sí tiene, las empresas privadas, no. De hecho, es una figura que sólo puede crear la Conselleria. Estamos solos sin esa figura. No hay registros, tampoco hay protocolo de agresiones, estamos en pañales. Muchas agresiones ni se denuncian porque sabes que no va a llegar a nada.
Pero claro, hasta que no caduque el convenio firmado, no se pueden hacer cambios...
Es que ya se ha firmado el presupuesto para diez años de cada empresa (Grupo Ruíz, Sagales y Moventis). Son 350 millones de euros en total. Las previsiones no se hicieron bien y se están comiendo el presupuesto a marchas forzadas. Se han firmado dos ampliaciones, una para comprar buses articulados que por cierto, han salido muy malos. Esperamos que el año que viene, lo que quede de presupuesto se le dedique a los trabajadores, a mejorar sus condiciones. Los busos nuevos están bien, pero alguien tendrá que conducirlos. Yo espero que el nuevo concurso tenga en cuenta lo ocurrido y aprenda de sus errores, necesitamos bastante más flota y bastantes más servicios; ahora se están anulando trayectos diariamente, hay buses averiados sin recambios, etc.