María del Mar Romero Palomino lleva la conducción en la sangre. Y hasta la propia EMT. Su abuelo fue uno de los fundadores de la empresa y su padre conductor en la misma durante toda su vida laboral. Tanta vinculación provocó que abandonara su puesto como instrumentista de quirófano y se dedicara a conducir. Logró su plaza fija y desde el 2021, esta conductora se encuentra recolocada en RRHH debido a un problema de salud que está superando; «pero con muchas ganas de volver», afirma.
La situación de la EMT es muy diferente a la de TIB, precisamente, al ser pública. Aún así, María del Mar también considera que la mampara total sería de gran ayuda. «Te da seguridad a la hora de conducir, te sientes más protegido y te da tranquilidad. A mí se me rompió la mampara en mi vehículo, di el aviso y me la cambiaron rápidamente», cuenta la chófer profesional.
¿Cuál es la situación en la EMT?
Desde mi punto de vista, está funcionando muy bien. Se intentan cambiar muchas cosas y escuchar más al trabajador. Hemos establecido protocolos tanto de acoso como de agresiones. A mí como conductora también se me está escuchando mucho para trabajar la parte de género. Son protocolos muy útiles y muy necesarios para que se desarrolle el trabajo con garantías.
¿En qué consisten esos protocolos?
Por ejemplo, tenemos nuestro equipo de supervisores OPC. Tenemos un botón del pánico que directamente activa una 'fonía' y se graba todo lo que ocurre. En quince minutos tienes a dos inspectores dándote respaldo. Me siento muy agradecida por lo que yo sí tengo y me sabe mal ver que hay otros compañeros que no cuentan con medios tan necesarios. Nos solidarizamos totalmente con el compañero del TIB al que han agredido.
¿La profesión es complicada?
La carga negativa es muy estresante. El tema de hacer cumplir las normas a los usuarios es muy difícil. A veces te tienes que enfrentar a ellos. Por ejemplo, si está en estado de embriaguez sabes que puede ocasionar altercados. Me gustaría que el usuario fuera más respetuoso con el trabajador, que respetara las normas y que no tuviéramos que recordarlas nosotros constantemente. Si lo hicieran así, nos podríamos centrar en conducir y en ayudar al usuario si lo necesita.
¿En qué cosas se ha estado trabajando desde la empresa?
Ahora hemos tenido una reorganización de horarios y se han mejorado. Se hace una reunión mensual y se escucha también a los sindicatos. También hemos trabajado mucho en asegurar baños en los finales de todas las líneas, es algo básico y muy importante.
¿Con qué apoyos cuenta un conductor agredido?
Además de la atención durante el día que ocurran los hechos, el conductor tiene a su disposición al psicólogo de la empresa y otro más en la mutua. RRHH siempre contacta con el agredido por si necesita cualquier cosa y se le hace un seguimiento, no sólo cuando la agresión es reciente.
Incendios en buses, anulación de trayectos; ¿ese tipo de cosas también afectan a los conductores?
Sí, por supuesto. Nos afecta negativamente. Hay mucho esfuerzo detrás y sabe mal. Lo de los buses que ha ocurrido recientemente parece ser un problema con la serie de estos vehículos, una serie defectuosa; se ha organizado un gabinete de crisis urgente, se han retirado de la circulación para evitar cualquier incidente, han sido revisados por peritos, hemos hecho todo lo posible por prevención.
Claro, la gente está enfada y esa carga verbal recae directamente sobre el conductor...
En el último informe de este semestre anterior, se desprende que el 92% de agresiones son verbales. El sentimiento de inseguridad es generalizado. Estamos expuestos, estamos en la carretera, tienes que llamar la atención al pasajero en algunas ocasiones, compartir el tráfico con otros conductores, compañeros y otros profesionales del sector transporte, no es nada fácil. Es una profesión muy bonita pero complicada.