A ver quién puede más. Sólo 24 horas después del gran operativo municipal -que costó 25.000 euros- para demoler las obras ilegales del nuevo Son Banya, los narcos han echado un pulso a Jaime Martínez, alcalde de Palma, y han levantado dos nuevas carpas. Por supuesto, sin ningún tipo de licencia o permiso. Según ha podido saber Ultima Hora, las nuevas construcciones tienen las horas contadas y desde el Ajuntament se ha reiterado que no se tolerará ni una infracción urbanística más.
El operativo del martes se inició a las 9.15 horas, cuando un total de 65 policías (30 de la Policía Nacional y 35 de la Policía Local) irrumpieron por sorpresa en el poblado gitano. Llevaban semanas planificando la intervención y esperaron a que los niños del poblado estuvieran en la escuela para evitar que algunos clanes los colocaran delante de las máquinas, para entorpecer la demolición.
Durante horas, Son Banya quedó dividido en dos partes: «Parecía como Berlín en los años 80», resumió uno de los responsables del operativo, que se prolongó hasta las 15.30 horas, cuando los últimos celadores y trabajadores municipales salieron del poblado escoltados.
Durante esas horas, fueron derribadas siete casetas ilegales, donde los narcos vendían las drogas, y se destruyó la pista de 90 metros de largo por 20 de ancho, así como la rotonda coronada con un barco. Fueron arrasados, en total, 8.000 metros cuadrados más 370 metros cuadrados de las casetas.
Además, se retiraron las vallas que delimitaban el circuito para los coches que entraban en el poblado, para comprar sustancias, y cientos de luces de Led que por la noche iluminaban aquellas instalaciones. En total, los ocho narcotraficantes que dirigen ahora el gueto se gastaron 200.000 euros en adecentar el acceso y levantar el nuevo poblado. Pagaron en negro y adquirieron enormes cantidades de hormigón de baja calidad para completar las obras.
El martes por la tarde, cuando los clanes volvieron a recuperar el control de todo Son Banya, emitieron una consigna: «Hay que instalar dos carpas a la entrada, a la izquierda». El motivo principal era que los narcos saben que la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Local cuentan con drones de pequeño tamaño y apenas detectables, porque vuelan a gran altura, que pueden grabar desde el aire cualquier transacción de drogas. Y esa prueba podría ser demoledora para ellos en un proceso judicial.
Así pues, entre el martes por la tarde y el miércoles por la mañana (incluyendo toda la noche), algunos de los residentes levantaron dos carpas en los lugares designados, que iban a funcionar como puntos de venta.Según parece, los encargados de levantar las carpas acudieron a una gran superficie comercial para adquirirlas y después las colocaron.
Ayer, la policía las detectó y ordenó a los implicados que dejaran de ampliarlas, como tenían previsto. El Ajuntament tuvo conocimiento del nuevo desafío lanzado por los traficantes y se ha ordenado tolerancia cero con sus infracciones urbanísticas, por lo que en las próximas horas cuadrillas municipales, apoyadas por policías, regresarán a Son Banya y reducirán a escombros las precarias casetas.
Los nuevos jefes del poblado no quieren regresar al modelo antiguo, de la época de ‘La Paca’, donde la cocaína se vendía directamente en las chabolas, junto a las familias que allí vivían. Cuando había una redada, muchos miembros del mismo clan eran arrestados. Con el modelo actual, esto no pasa. Todo apunta que la guerra de las casetas en el ‘súper’ de la droga solo ha comenzado.