Francisco Salido tiene 61 años de edad y hace 7 que desarrolla su carrera en una de las subcontratas que dan servicio al Consorci de Transports de Mallorca (CTM) gestores del TIB (Transport de les Illes Balears). Lo golpearon y le partieron la ceja el pasado 19 de agosto. Fue un pasajero. «Físicamente estoy mejor, anímicamente es otro tema, es más delicado, estoy peor», dice sinceramente el conductor agredido.
Considera que la mampara total podría ser una solución porque «cada día tenemos un incidente». Cree imprescindible hablar de la protección y la seguridad que asegura no tener actualmente. «No nos sentimos seguros. Tenemos una mampara a medias, si un pasajero pasa y se acerca a la parte delantera, podría utilizar cualquier objeto y darle al conductor».
¿Qué le gustaría que cambiara, Francisco?
Quiero que el Consorcio entienda que necesitamos ir seguros. Entiendo que no se pueda poner un policía en cada autobús pero quizá más inspectores, dar de baja a las personas conflictivas, retirar tarjetas de transporte si hacen mal uso. Yo tengo claro que ya no me la juego más para hacer cumplir las normas. La próxima vez que haya que despertar a un pasajero, yo no lo hago. Tengo una familia. Le tengo cariño a la mi vida. No puedo tener la seguridad de saber en qué condiciones viene y no voy a arriesgar mi integridad física.
¿Es algo que ha empeorado?
Cuando uno sufre una agresión, lo ve todo más claro y ve el trasfondo del problema. Antes íbamos más vendidos que ahora pero no había esa agresividad en el ambiente, esos conflictos. La gente se cree con derecho a todo, y es porque CTM le da más credibilidad al pasajero que a sus propios conductores. Y los conductores tenemos que ser tremendos profesionales, nos sometemos a una prueba de alcoholemia para ponerlo en marcha, conocemos nuestra responsabilidad, nos gusta nuestro trabajo pero nos sentimos indefensos. Yo soy conductor, no agente de seguridad ni tengo por qué enfrentarme a nadie. Soy pura y simplemente un conductor profesional.
¿Nunca habías sufrido una agresión física?
Jamás. Ha sido mi primera vez. Aunque me podría haber pasado porque he tenido que negar el acceso a pasajeros otras veces. Un día en la Intermodal le tuve que decir a uno que no podía subir porque no iba en condiciones. 'Siéntate y cuando se te pase el mareo, ya cogerás otro', le dije. No me puso ningún problema y se quedó sentado. El problema está en si se rebota.
¿Os falta autoridad?
Exacto. Es una de las cosas que tenemos claro que no tenemos. La teoría es que sí, que tomas decisiones, de hecho eres la máxima autoridad dentro del autobús pero en la práctica no es así. Si te equivocas, si hablas en un tono más alto, cualquier cosa te sancionan. A ver, yo quiero velar por la seguridad de mis pasajeros y para ello es imprescindible que nos cataloguen como autoridad, porque entonces no saldría gratis pegarle a un conductor. Sería como pegarle a un médico, a un policía, como si vas a un avión y le pegases a un piloto, te vas a la cárcel, vamos, ¿por qué tengo que ser yo menos? Yo también tengo la responsabilidad de un pasaje, de 80, 90 personas. Si pegarnos costara algo más que una simple multa, no habría tanta impunidad. Hay soluciones pero tiene que haber voluntad política.
¿Somos excesivamente permisivos con los turistas?
Con los turistas, no, con todo el mundo. CTM es permisivo con todo el mundo menos con los conductores. Hay un montón de normas en el autobús, no comer, no beber, no ir en traje de baño, no poner la música alta, pero todas esas normas las tenemos que decir nosotros. Y a la gente le da igual porque como nadie vigila, saben que no tendrán repercusiones. Soy yo el que tengo que enfadarme con el pasajero, el que tengo que recordarle la normal, darle explicaciones; eso supone una bronca.
¿Por qué dice que con los conductores no se es permisivo?
Por las sanciones. Te encuentras muchísimas, a veces son lógicas e indefendibles, por supuesto pero luego hay algunas que son muy injustas. Imagina, si pasas un minuto antes por una parada, te suspenden dos días sin empleo ni sueldo. Y te mandan a casa. No pasa mucho porque siempre vamos tarde pero claro, esa es otra. Se producen retrasos enormes y es el conductor quien acaba pagando por eso. Yo no tengo porque pagar por la ineficacia de otros. Hay que hacer algo ya.
¿A qué se refiere con ineficacia?
Te pongo un ejemplo muy duro para nosotros. Falleció un compañero hace un año. Se le cayó una puerta de unos veinte metros de longitud en la base porque tenía un defecto de fabricación. Todavía no se ha movido nada al respecto. Hay que asumir la responsabilidad de las cosas que ocurren. ¿A qué estamos esperando ahora con lo de las agresiones? ¿Esperamos que pinchen y maten a un conductor? No podemos llegar a ese extremo, hay un punto en el que no habrá marcha atrás. O miran por nuestra seguridad e integridad o señores, cojan ustedes un burro y un carro y lleven a la gente.
Le noto muy enfadado...
De corazón te lo digo, anímicamente estoy tocado por la agresión pero lo que estoy es indignado, más indignado que tocado. Al paso de los días las heridas cicatrizan, piensas en frío lo que te ha pasado y lo que podría haber sido, se te viene a la mente la cara del energúmeno, piensas que podría haberte hecho cualquier locura y esto es un trabajo, sólo es un trabajo. No voy a jugarme la vida. Y no lo valoran. Hay que cambiar el sistema y se tienen que dar por aludidos.
¿Ha echado en falta apoyo para denunciar la agresión?
Sí. Es cierto que tanto mi empresa como Sati me han ofrecido sus servicios jurídicos pero la denuncia la he puesto como un particular, como persona individual, como un trabajador a título personal. Todo el mundo se ha interesado por mi salud y todo eso está muy bien, yo lo agradezco en el alma pero agradecería una mayor implicación. Si la agresión se produce en marcha, hablamos de muertos, te lo digo de corazón.
¿Es una profesión subestimada?
Totalmente. Vamos a cien kilómetros por hora, cargados de gente, con los retrasos que te pesan en la nuca. Asumir riesgos implica mucho peligro. Es mucho más delicado de lo que parece y nos tienen como 'mindundis', no estamos valorados y somos importantes. Ni siquiera el pasajero se da cuenta de que llevas su vida en la mano, y la de su nieto, su hermana, su madre. No te estoy diciendo que nos subas el sueldo, que también nos haría mucha falta, pero al menos protege y valora al conductor que te está sacando el trabajo adelante. Si lo que tienes es bueno, cuídalo. Hablamos de vidas, de la del conductor y de la de sus pasajeros.