Síguenos F Y T L I T R

«Reducimos la mallorquinidad a lo cultural de manera suicida»

Climent Picornell reflexiona sobre el estado de una identidad en crisis

El geógrafo y escritor Climent Picornell. | Pere Bota

| Palma |

El escritor y doctor en Geografía por la UIB Climent Picornell (Palma, 1949) acude a nuestra cita en un bar de Sa Llonja con un ejemplar de La fí d'un món, uno de sus últimos trabajos. El título de esta recopilación de relatos es revelador y nos sirve para entrar en materia sobre el leitmotiv de este reportaje.

Picornell explica que «el concepto de ‘Mallorca profunda' lo inventaron cuatro urbanitas que no saben ni qué es Mallorca ni qué significa ‘profunda'. Sin ir más lejos, en mi pueblo, Sant Joan, el alcalde es inglés, el rector es africano, el dentista es alemán, el cocinero de Ca'n Tronca, un restaurante de culto para los payeses, es marroquí y el que hace las ensaïmadas más trunyellades es argentino. Esto lo dice todo».

El escritor sentencia que «la ‘Mallorca profunda' es una idealización y folklorización de un conjunto de cosas que existían. La nostalgia no es peligrosa, nos ayuda al ser una forma de memoria que filtra los recuerdos, aparta el que no interesa y usa el bueno». «Muchas veces hemos reducido de una manera, yo creo que suicida, la recuperación de la mallorquinidad al aspecto cultural. Cultura ¿no? Y un poco de ball de bot. No, este concepto tiene que intentar cambiar la sociedad civil que la forman empresarios, funcionarios, políticos…», propone el pensador.

Nostalgia

«Pep Melià tuvo una gran decepción al inicio de la democracia por creer que la burguesía turística que se estaba formando sería el motor del cambio cultural de la sociedad. Después vio con desencanto su equivocación, dice».

¿Existe un negocio de la nostalgia? El colaborador de Ultima Hora afirma que «sí y no. La imagen de la mallorquinidad de belén ha servido para vender Mallorca. En todos los sentidos. Si miras lo que dicen los carteles y guías turísticos entienden la Isla como un negocio. Desde Georges Sand, que nos llamó hijos de puta a todos los mallorquines y todavía le damos las gracias, hasta los almendros en flor con xylella». Picornell mantiene que «hay gente que tiene nostalgia de esta Isla que está siendo arrasada. ¿Qué hay que hacer frente a esto? Acostumbrarnos a vivir en esta nueva Mallorca».

Relacionado
Lo más visto