Veni, vidi, vici. La brillante trayectoria en la temporada de premios del debut en la dirección de Raúl Arévalo, Tarde para la ira, culminó este sábado con un modesto triunfo en la 31 edición de los Premios Goya, con un total de cuatro estatuillas. La película se impuso en las categorías de mejor película, dirección novel, guión original y actor de reparto (Manolo Solo). La ceremonia, que presentó por tercer año consecutivo el humorista Dani Rovira, contó con la música de la Film Symphony Orchestra -sustituyendo a los eternos números musicales de años anteriores-.
Éxito también para la superproducción Un monstruo viene a verme, que logró nueve de los doce 'cabezones' a los que aspiraba. Entre ellos, el título de mejor director para un emocionado Juan Antonio Bayona, mejor guión adaptado y otros premios en las categorías técnicas. Otra de las protagonistas de la velada fue Emma Suárez, mejor actriz principal por Julieta y de reparto por La próxima piel. Su homónimo masculino fue Roberto Alamo, por Que Dios nos perdone, una de las sorpresas de la noche.
Fue una gala más ágil y dinámica y menos reivindicativa, «le vamos a dedicar el mismo tiempo a los políticos que ellos a la cultura en sus discursos, campañas y programas electorales», apuntó Dani Rovira en medio de una ovación. Aún así, el conductor reivindicó el papel de la mujer en el cine, y en tono jocoso, mencionó a Donald Trump y aseguró que presentaba la ceremonia por tercera ocasión porque, entre otras cosas, «todos hemos soñado con hacer un trío, menos José Coronado, que seguro que lo has hecho».
La nota emotiva la puso Silvia Pérez Cruz, vestida por la mallorquina Cortana, cantó un fragmento de la mejor canción, Ai, ai, ai, del filme Cerca de tu casa, un homenaje «a los que han perdido su casa». También Carlos Santos, actor revelación por El hombre de las mil caras, dedicó el galardón a su hermana en el Día Contra el Cáncer.
La presidenta de la Academia de Cine, Yvonne Blake, que debutaba en la gala, subió al escenario con el vicepresidente, el guionista Mariano Barroso. Blake, muy correcta y cercana, celebró que el cine español sea una «referencia internacional». La reivindicación la dejó en manos de Barroso, quien recriminó al ministro de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo, presente entre el público, que el Estado «aporte 77 millones de euros al cine» a pesar de haber recaudado 105 millones del IVA cultural. «La nuestra es una industria que genera riqueza y da oportunidades», sentenció.