El Mallorca no solo sigue vivo, sino que vuelve a depender de sí mismo para continuar en Primera. Otro milagroso gol de Abdón Prats, esta vez contra Rayo Vallecano y en el tiempo añadido de un partido taquicárdico, permite al conjunto bermellón sacar la cabeza del agua y viajar el domingo que viene a Pamplona sabiendo que una victoria lo mantendrá a flote. El empate del Cádiz, que no podía doblegar en casa a la segunda unidad del Madrid, hacía el resto (2-1).
A Aguirre no le temblaba el pulso a la hora de diseñar el once con el que salía a jugárselo todo. En lugar de papel y lápiz, el mexicano tiraba de fotocopiadora y repetía el equipo que alineó solo unos días antes en Sevilla y con el que se curó, al menos en parte, las graves heridas que le había causado el Granada. Es decir: tres centrales, otros tres operarios en la sala de máquinas, dos carrileros largos, Ángel y Muriqi juntos en punta y Manolo Reina y Salva Sevilla de inicio sobre el tapete para celebrar el que podría ser su último baile ante la afición de Son Moix después de cinco temporadas a bordo de una montaña rusa.
A diferencia de la catastrófica final contra el Granada, el Mallorca vivía un prólogo de partido soñado. Antes de que uno y otro equipo tomaran posiciones y de que Ángel intentará romper el equilibrio inaugural desde el flanco izquierdo, las gradas del estadio retumbaban para celebrar el gol del madridista Mariano Díaz en Cádiz y, de golpe, subía la temperatura. Lo notaban los futbolistas locales, que daban un paso adelante ante un rival que, a diferencia del último que había desfilado por Son Moix, no tenía los ojos inyectados en sangre.
El Mallorca ensanchó el campo y encontró su tesoro antes del primer cuarto de hora. Jaume Costa mandaba un balón bañado en oro al núcleo del área y Muriqi iba a empaquetarlo con un salto impecable y un cabezazo académico al que no podía responder Dimitrievski. Golazo. En solo unos minutos el estadio volvía a ponerse patas arriba. Todo era redondo. Como si el guion de la tarde lo hubiera escrito el propio Aguirre durante el calentamiento.
La euforia del gol mantuvo la intensidad del Mallorca por las nubes y salvo una llegada de Balliu que murió a la izquierda de Reina (minuto 20), todo tenía acento local. Los nervios iniciales estaban sepultados bajo dos resultados favorables y los baleares tenían sobre la mesa todos los ingredientes para terminar de cocinar el triunfo. No lo hicieron y a partir de ahí, el suflé fue bajando por inercia. El equipo bermellón ya no llegaba con tanta alegría, el Rayo se estiraba y un tímido murmullo recorría la grada: había empatado el Cádiz. La clasificación y el partido seguían prácticamente igual, aunque todo tenía un olor diferente.
Esa extraña sensación con la que se llegó a descanso se confirmó en cuanto arrancó el segundo acto. El Mallorca se metía en su campo y dejaba que fuera el Rayo el que le diera movimiento al balón, con el riesgo que eso supone para un conjunto tan frágil en defensa. Esa dinámica alimentaba la tensión de la grada, sobre todo después de que Falcao se acercara al empate con un testarazo picado que despejó Reina con la yema de los dedos. No iba a tardar en llegar el gran golpe. También a balón parado y con un cabezazo, esta vez de Pathé Ciss. Son Moix se apagaba de golpe. En ese momento, un gol del Cádiz mandaba al Mallorca a Segunda. Y solo los guantes de Lunin lo evitaban.
El empate, que era casi letal, despertaba de golpe al Mallorca, que con los primeros cambios de Aguirre lograba contener al Rayo y acercarse otra vez con cierta autoridad a la portería visitante. El problema es que ya era tarde y que se acababa de tirar a la basura una renta que suponía un pedazo importante de la salvación. El equipo atacaba con prisas y las revoluciones por las nubes, mientras el Rayo se defendía con firmeza y sin tener que despeinarse demasiado. Los últimos minutos eran un infierno para los nervios del espectador, que sufría viendo a su equipo mantenerse en pie cómo podía y buscando información de lo que sucedía en Cádiz. El empate era el mal menor. Hasta que apareció Abdón, como en aquella mágica Nit de Sant Joan, para mantener vivo al Mallorca. La permanencia es posible.
Ficha técnica:
2 - Real Mallorca: Reina, Maffeo, Raíllo, Valjent, Oliván, Jaume Costa (Dani Rodríguez, m.64); Battaglia, Salva Sevilla (Kang In Lee, m.84), Antonio Sánchez (Take, m.64), Ángel (Abdón, m.74) y Muriqi.
1- Rayo Vallecano: Dimitrievski, Mario Hernández (Bebé, m.61), Maras, Catena, Fran García, Pathé Ciss (Kevin, m.75), Óscar Valentín (Mario Suárez, m.88), Balliu, Álvaro, Nteka (Sergi Guardiola, m.61) y Falcao (Sylla, m.88).
Goles: 1-0, min.12, Muriqi; 1-1, min.60, Pathé Ciss; 2-1, min.91, Abdón.
Árbitro: Munuera Montero (Comité andaluz). Amonestó a Muriqi por parte del Mallorca. VAR: Martínez Munuera (Comité Valenciano).
Incidencias: 17.930 espectadores en Son Moix.