El fonoll marí es una planta comestible muy característica de la costa mediterránea. Esta planta silvestre, cuyas raíces se introducen de manera profunda entre las grietas de las rocas, contiene mucha vitamina C, además de ser conocida por sus propiedades diuréticas. Culinariamente tiene diferentes usos, aunque el común es servirlo en adobo con agua, sal y vinagre. Clasificada de especial protección en Baleares, su recogida se hace controlada y previa autorización.
En Conservas Rosselló uno de sus productos estrella es el hinojo marino envinagrado. Hasta ahora su elaboración dependía de compras esporádicas que no aseguraban la continuidad ni la calidad, además de generarse una presión sobre el hinojo marino silvestre. En base a estos factores, la empresa, hace unos años tuvo la iniciativa de probar de cultivar la planta en un terreno agrícola y lo hizo en una finca del Pla, en Llubí. El ingeniero agrónomo Joan Simonet explica que «hicimos varias pruebas y la idea funcionaba. Solicitamos autorización para recoger semillas y en un vivero hicimos plantel». Dos años después, en ésta finca de unas dos cuarteradas hay sembradas unas 5.000 plantas y de cada una produce entre un kilo y kilo y medio de hinojo marino.
Al parecer no necesita agua salada, simplemente crece entre las rocas de la orilla del mar porque no tiene competencia de otras plantas o hierbas. «Por tanto, el principal problema que teníamos con el sembrado aquí era controlar que las otras plantas no se lo ‘comieran'», comenta Simonet. Por ello, sobre el terreno se colocaron mallas antihierba y un goteo, protegiendo así que el hinojo marino fuera la única planta que había en el terreno.
La empresa ha sembrado unas 5.000 plantas en la finca de Llubí.
Referente a las cualidades del hinojo producido en la finca, el técnico agrícola asegura que «una vez envinagrado son idénticas al que puede tener el de la orilla del mar, con la ventaja que aquí lo controlamos. Las semillas vienen del silvestre, y se comporta igual. Además, aquí si tiene una enfermedad lo tratamos, controlamos la producción y sobre todo, quitamos la gran presión sobre un recurso silvestre y natural», incide Joan Simonet.
El responsable de la plantación, Juan José Alcayde, explica que se hizo una única siembra de plantas entre finales de febrero y principios de marzo, y se hacen dos recogidas al año, una ahora en mayo y otra –después de rebrotar- en septiembre.
Después, la planta reposa hasta el año siguiente. Todo el proceso se hace a mano «con máquina no se puede hacer ni la recogida ni la selección, romperíamos la planta». Se corta con una hoz y posteriormente se seleccionan sólo los tallos tiernos que se ponen dentro del bote en adobo. Los gruesos se desechan. Al ser la primera plantación que se hace y joven –dos años-, se desconoce todavía cuántos años de vida útil tendrá. De momento da, satisfactoriamente, lo esperado.