Con los años, Son Banya se ha convertido en algo más que el ‘supermercado’ de la droga. El poblado, que cuenta con una superficie total de 40.200 metros cuadrados, divididos en dos fincas (una que pertenece al Ibavi y la otra a Cort), es una especie de máquina milagrosa de generar dinero. Una gallina de los huevos de oro que exprimen los clanes con inusitada codicia. Y parte de ese negocio se encuentra en los miles de residuos que el gueto acumula, y que fuentes municipales cifran en más de 2.500 toneladas.
Esa inmensa cantidad de escombros, que forman muros de más de dos metros de altura en algunos tramos, yacen allí por un motivo concreto: algunos de los clanes se lucran con el negocio de la basura y permiten que algunos constructores sin escrúpulos arrojen los restos en el poblado a cambio de una cantidad de dinero que es muy inferior a la que costaría tratar esos escombros en una planta de reciclaje.
De hecho, según ha podido saber este periódico, las tarifas establecen que los camiones de pequeño tonelaje que descargan en el poblado tienen que pagar 250 euros, una cantidad simbólica en comparación con la oficial establecida. Los investigadores calculan que en los últimos años los narcos, sobre todo en horario nocturno, han permitido más de 500 viajes de vehículos pesados, la mayoría de ellos cargados de ladrillos, piedra y material procedente de derribos y reformas de pisos y casas.
Pero también hay una enorme cantidad de coches quemados o siniestrados. En este caso es especialmente peligroso el vertido de líquidos contaminantes, que se filtran al subsuelo. La situación recuerda a la finca de Son Güells, en Palma, donde el Seprona de la Guardia Civil llevó a cabo hace unos años un gran operativo que se saldó con algunos detenidos.
Los okupas de aquella propiedad habían construido un circuito para que los camiones descargaran el material sin tratar allí. En aquel caso, sin embargo, había una gran cantidad de basuras y otros elementos altamente contaminantes: «En Son Banya no nos hemos encontrado de momento con este problema», indicaron en fuentes del cuartel de San Fernando.
El descontrol del poblado gitano se descubrió recientemente, cuando una cuadrilla de operarios municipales, acompañados de maquinaria pesada, irrumpieron en el gueto para derribar una pista de 90 metros de largo por 20 metros de ancho, siete casetas ilegales y una rotonda coronada por un barco, que los nuevos jefes del poblado habían construido sin licencia alguna.
Fue entonces, durante aquellos trabajos a pie de calle, cuando los técnicos repararon en la ingente cantidad de residuos. Algunos de ellos han sido enterrados, aprovechando desniveles del terreno o algunas paredes colindantes, y otros están en superficie, aunque gran parte están cubiertos por la hierba y apenas son perceptibles.
En los próximos días está previsto que el Ajuntament concluya un informe sobre los residuos ilegales acumulados en Son Banya (que las estimaciones más optimistas cifran en 2.500 toneladas pero que, en realidad, podrían superar las 3.000). Después, el documento será remitido al Seprona, por si se trata de un delito medioambiental continuado.
Las fuentes consultadas indicaron que si lo arrojado son sacas aisladas, es una infracción administrativa castigada con una multa, pero que en el caso de Son Banya parece confirmado que el volumen de movimiento de escombros es de tal calibre que estaríamos ante un delito.
También hay sospechas de que a algunos compradores de cocaína «fieles» al poblado les ofrecen la posibilidad de usar esas tierras a su antojo si necesitan deshacerse de neveras, electrodomésticos de gran tamaño o bañeras, casi siempre procedentes de obras. Sería una forma de recompensar a los consumidores más leales, para evitar que acudan a puntos de venta de Son Gotleu o Corea, que son los principales competidores de Son Banya.
La orografía del terreno ha delatado, también, este vertedero ilegal dentro del poblado. Las montañas artificiales de tierra, arena y piedra sustituyen a otras que, hace solo unos años, eran espacios planos, en superficie. Otro dato que ha llamado la atención de los investigadores es que en las últimas intervenciones en el poblado se ha detectado que los clanes cuentan, al menos, con dos pequeñas grúas excavadoras.
¿Para qué usan la maquinaria? Una de las hipótesis apunta a que algunos de los clanes podría abrir grandes zanjas en aquel terreno o fincas colindantes para ir escondiendo la basura sin tratar que llega al gueto.
En el verano del año pasado, los narcos de Son Banya concluyeron una polémica fortificación del poblado palmesano y ya desde la carretera principal los conductores se topaban con una larga barricada exterior formada por toneladas de basura y de coches quemados. Un esqueleto retorcido de metro y medio de altura. Era la primera línea de defensa y luego, en el interior, se levantaron otros parapetos y muros improvisados.
El objetivo era más operativo que urbanístico: dificultar la entrada de la Policía o la Guardia Civil en caso de redada. Lo primero que hicieron fue introducir maquinaria pesada (excavadoras y camiones) para aplanar el terreno, hacer cimientos, instalar barreras metálicas de cercado de perímetro, levantar planchas de madera con sacos de arena y bloques de construcción y realizar una nueva entrada.
Todo aquello fue derribado por la policía, pero poco después surgió una pregunta: ¿Dónde fue a parar todo aquel material? Desapareció de la finca de forma misteriosa y algunas fuentes apuntan a que fue repartido por distintas zonas y otra que lo enterraron, para calmar las aguas. Sea como fuere, el negocio de los residuos pone de manifiesto que Son Banya es una fuente inagotable de riqueza. Sobre todo para los narcos.
Lo que pagaria por un Bukeke y verlos a todos arrodillados en calzoncillos!!