El luchador Alan Santos Da Conceiçao, que residía en Palma, falleció este martes por la mañana en Brasil a consecuencia de un paro cardíaco. El hombre, de 53 años, tenía dos hijos nacidos en Mallorca y se encontraba en el país sudamericano visitando a su familia y ha permanecido una semana ingresado en el hospital.
Alan era instructor de Wing Tsun, un arte marcial de origen chino, y también fue alumno de José Antonio Nieto, ‘Primo’, vigilante de los juzgados de Vía Alemania de Palma, que fundó la disciplina Lu Wing Do, que une diferentes estilos de lucha. «Empezó con nosotros en el año 2000 y se sacó el cinturón negro. Venía del Wing Tsun con el sifu Lázaro», recuerda ‘Primo’. «Hasta ahora ha estado conmigo entrenando y hemos realizado muchos cursos con la federación de lucha libre».
‘Primo’ recuerda que después de Reyes viajó a Brasil para ver a la familia y que a mediados de febrero volvería a entrenar Lu Wing Do. «Era una persona súper afable, era tan grande como su corazón, de verdad». Alan medía cerca de un metro noventa y pesaba unos 140 kilos. «Siempre estaba dispuesto a ayudar», añade José Antonio Nieto.
El brasileño trabajó como controlador de acceso en numerosas discotecas durante muchos años en distintos establecimientos del Paseo Marítimo Palma, Magaluf, s’Arenal y Cala d’Or. El luchador, que también practicaba capoeira, era muy querido entre los aficionados a las artes marciales y lo recuerdan con mucho cariño. «Era una persona muy querida por todo el mundo que lo conoció», concluye Primo.
Fabio Cruz Almaço, que era amigo de Alan, cuenta que era uno de los brasileños que llevaba más tiempo afincado en Mallorca. «Llegó hace 40 años, cuando era adolescente», dice Fabio, que lo recuerda como una persona reservada, muy conocida y querida tanto en las artes marciales mixtas como en el mundo de la noche. Los amigos del fallecido han creado un grupo de WhatsApp para ayudar a la familia con los gastos hospitalarios en Brasil.
Con profundo dolor y tristeza, nos despedimos de nuestro querido amigo Allan, un hombre de gran corazón, cuya luz iluminó la vida de todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo. Nacido en Brasil, Allan era más que un amigo: era un hermano, un compañero incondicional, siempre dispuesto a brindar una sonrisa, un consejo o un abrazo sincero cuando más se necesitaba. Su bondad no tenía límites, su alegría era contagiosa, y su generosidad dejó huella en cada persona que cruzó su camino. Allan vivió con intensidad, amó con profundidad y entregó lo mejor de sí sin esperar nada a cambio. Su partida deja un vacío inmenso, pero su recuerdo seguirá vivo en nuestros corazones, en las historias compartidas y en el amor que sembró en quienes lo rodeaban. Hoy nos despedimos de él con lágrimas, pero también con gratitud por el tiempo que compartimos. Que su alma descanse en paz y que su legado de amor y amistad nos acompañe siempre. Hasta siempre, querido Allan. Nunca te olvidaremos.