Las primeras hipótesis de la investigación de la tragedia marítima ocurrida durante la noche del pasado viernes en Cala Bona, en Son Servera, apuntan a que el dueño del yate, de nacionalidad alemana, no se percató de que había arrollado al bote en el que murió el joven Guillem Comamala. Así lo han confirmado a este periódico fuentes próximas al caso y ha sido ratificado por Jaume Servera, alcalde del municipio, quien ha asegurado que fue «un trágico accidente». A medida que avanzan las horas se van conociendo nuevos datos. El suceso tuvo lugar a las nueve y veinte de la noche, muy cerca del puerto. La embarcación que continuó con su trayecto tras el atropello mortal ya ha sido localizada y el dueño ha sido identificado por los agentes de la Guardia Civil, aunque continúan las diligencias pertinentes para esclarecer lo sucedido y, de momento, no se han practicado detenciones. El yate se encuentra atracado en Porto Cristo, es de bandera alemana y tiene un valor en el mercado de cerca de 4,5 millones de euros.
«Todo apunta a que se trata de un trágico accidente. Un yate de grandes dimensiones no debió ver a los chicos que estaban en una embarcación de pequeñas dimensiones pescando calamares y se los llevó por delante. Hoy es día de estar al lado de las familias, mostrarles nuestro apoyo y transmitirles el pésame de todos los vecinos de Son Servera», apunta el primer edil.
Minuto de silencio
A las once de la mañana de este domingo, cerca de un centenar de personas se han congregado en el puerto de Cala Bona para realizar un minuto de silencio en recuerdo del joven Guillem Comamala, arrollado mientras pescaba en compañía de otras dos personas. Guillem era un gran estudiante y apasionado del voleibol.
El yate que arrolló al pequeño bote pasó por encima del motor hasta arrancarlo, causando heridas letales a uno de los ocupantes, un joven de tan sólo 20 años de edad que estaba acompañado por su tío y otro familiar menor, de 13 años de edad. La víctima mortal estaba sentada junto al motor y recibió directamente el impacto, mientras que sus dos acompañantes resultaron ilesos, aunque requirieron la atención de los psicólogos de Emergencia tras presenciar la tragedia.
Otro de los detalles importantes que se han derivado de la investigación es que el pequeño bote sí llevaba la luz reglamentaria y sus ocupantes fueron auxiliados por otras barcas que se encontraban en la zona. Los tres ocupantes pescaban en una pequeña embarcación de 3,35 metros de eslora.