Al menos seis entidades bancarias cerradas de Palma han caído en manos de grupos violentos de jóvenes okupas, que causan continuos problemas de convivencia en el vecindario y provocan que los pisos colindantes bajen de precio, por la pésima imagen. En realidad, en la capital hay otros bancos clausurados que han sido ocupados, pero los inquilinos son indigentes o personas excluidas socialmente, que no generan ningún tipo de conflicto. Un ejemplo es la sucursal de la esquina de las calles Industria con Emili Darder, donde residen varias familias pacíficas.
Violentos
En cambio, la Policía Nacional tiene confirmado que hay seis locales cerrados que han sido tomados por okupas menores y jóvenes, extremadamente conflictivos. Están ubicados en la Avenida San Fernando (justo enfrente de la Policía Local), Pascual Ribot, General Riera, Blanquerna, la calle Manacor y las Avenidas. Los nuevos inquilinos llevan meses allí, campando a sus anchas. No se trata de una mafia organizada, sino de pequeños grupos que, por la fuerza, han tomado el control de aquellos antiguos espacios bancarios. Todos han ido cayendo con el mismo patrón: los okupas sustituyeron los bombines de las puertas exteriores por otros y, una vez dentro, buscaron empalmes ilegales de electricidad. Luego, rentabilizan el local invitando a otros jóvenes conflictivos, algunos de ellos fugados de Es Pinaret o de centros de menores.
Al principio no les cobran alquiler, pero después sí. Ahí está el negocio. E imponen sus reglas. Son latinos, magrebíes y españoles que también venden marihuana, hachís y en algunos casos (como en Avenida San Fernando) cocaína. Ultima Hora ha hablado esta semana con algunos de los vecinos, que están aterrorizados y no quieren que sus nombres o fotos aparezcan en el periódico.
«Viven del trapicheo. De noche, se meten en el patio interior y les escucho que dicen: ‘¿Dónde pegamos hoy el palo?'», relató uno de los afectados, que lleva desde diciembre sin poder dormir «más de tres horas seguidas» por culpa de los muchachos asalvajados. «Gritan a todas horas, se pelean, ponen música a tope y tienen sexo. Cada día es para ellos una bacanal», añadió otra señora, que reside justo enfrente.
«Te rajamos»
Las bandas son tremendamente violentas y se mueven en ciclomotores o patinetes eléctricos robados. Por supuesto, sin casco ni chaleco. «Una vez me dijeron que si me pillaban solo por la calle me iban a rajar. Es increíble que pase esto en el centro de Palma. Yo ya no sé en qué mundo vivimos», comentó el señor que lleva meses sin conciliar el sueño. El trasiego de chicas en los antiguos bancos es constante: «Es como un colegio». La sombra de la prostitución planea, siniestra.