Amanecía el lunes 28 de abril cuando, súbitamente, sin avisar, la vida cambió para siempre para la familia Herrera Rodríguez. Su hijo Sacha, de 21 años, el 'niño de la sonrisa eterna', acababa de perder la vida en un trágico accidente de tráfico en la carretera de Portocolom.
Desde entonces, no dejan de sucederse las muestras de condolencia, en forma de homenajes espontáneos de sus amigos o un impresionante desfile de allegados en el velatorio de Son Valentí, que el miércoles provocó que la funeraria tuviera que abrir las puertas dos horas más del cierre previsto para las ocho de la tarde. "Nunca había visto una cola tan larga para dar el pésame a la familia, es algo increíble. La gente que esperaba en la sala llegaba casi a la puerta de la entrada del tanatorio", reconoció un empleado municipal.
No es de extrañar: tanto Sacha como su familia son muy queridos en la Isla. Sacha Herrera Rodríguez nació en Palma en 2003 y estudió en el colegio Montesión. Los jesuitas le inculcaron unos valores sólidos y el niño, poco a poco, se convirtió en un referente para sus amigos, que son una legión.
Ya adolescente, ingresó en la escuela de Alto Rendimiento de Palma y en el Club Xtrem Calvià porque era un corredor excepcional de triatlones, una pasión que le contagiaron sus padres David Herrera, buzo profesional del Real Club Náutico, y Xesca Rodríguez, directiva de Zara. Sacha también tenía otra debilidad: su hermano Auba, de 16 años, al que adoraba y protegía.
En la actualidad estudiaba mecánica naval en Bilbao y se había aficionado a la pesca con caña. También se había sacado el título de buzo y así podía estar en contacto con el mar, otra de sus grandes pasiones. Sus hermanos del alma -Alex Graneri, Juan Negre, Luis Moscardó, Juan Feliu, Miguel Mariño, Tomeu Siquier, Toni Homar, Toni Vives y Juan Amengual- han destacado estos días de él una cualidad que sobresale sobre muchas otras que poseía: su sonrisa y su optimismo.
Y esa capacidad casi mágica de convertir lo negativo en positivo. La muerte de Sacha coincidió, aquel fatídico lunes, con el gran apagón en la Península. Pero lo que nunca se apagará es su sonrisa, porque ya es eterna.
DEP. Y mis desprecios a los desalmados que votan negativo.