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La muerte visita de improvisto: Las tragedias a los pies del mar en Mallorca

Imagen de las tareas de búsqueda que se sucedieron a la desaparición de los primos húngaros arrastrados por una ola en Cala Esmeralda. | Alejandro Sepúlveda

| | Palma |

La noticia de la muerte de dos hermanas alemanas que decidieron entrar al mar de madrugada cuando este se encontraba agitado por las condiciones meteorológicas ha causado conmoción dentro y fuera de Mallorca. Lamentablemente este caso no es único; recurrentemente se producen en la Isla pérdidas de vidas asociadas a infravalorar el peligro de la naturaleza cuando el viento sopla fuerte o el mar más se agita.

Precisamente las olas se llevaron a dos jóvenes turistas húngaros en Cala Esmeralda (Santanyí). Como en el caso que nos ha sorprendido este jueves eran familia, en esa ocasión eran primos, y los hechos tuvieron lugar en octubre de 2019 cuando paseaban por la zona costera a pesar del fuerte temporal marítimo.

Así lo narraba en su crónica de Sucesos el redactor de Ultima Hora Guillermo Esteban.

El miércoles 23 de octubre, Katalin Orosz, húngara de 30 años, compartió en Instagram una fotografía de una cerveza Heineken que tomó en el restaurante Diferent, situado en la calle Toni Costa de Cala d'Or. La joven había llegado el día anterior a Mallorca con su primo Mihály Orosz, de 18 años. Minutos antes de las ocho de la tarde, una mujer llamó al centro de emergencias del 112 y alertó de la caída al mar de una pareja desde el mirador de la calle Mallorca, en Cala Esmeralda. «¡He visto cómo una ola tiraba al mar a dos personas!», dijo la testigo.

La Guardia Civil halló el cadáver del chico casi una semana después en Cala Serena (Felanitx). El de ella no apareció jamás.

Pero a veces la falta de conciencia de peligro no opera en este clase de situaciones. En ocasiones una simple mala coincidencia desencadena la fatalidad. Lo vimos en Cala Falcó (Calvià), un mes antes de los hechos antes relatados, cuando un hombre de 60 años perdió la vida tras ceder una barandilla y caer de una altura de 15 metros.

Un turista neerlandés había alquilado un lujoso chalet sobre unos acantilados. Por la tarde se encontraba en la terraza de la vivienda de alquiler vacacional, junto a la piscina y a uno de sus hijos se le cayó una pelota. El varón trató de recuperarla con un salabre (gambaner), se apoyó en una barandilla de aluminio que separaba la piscina del acantilado y parte de la estructura cedió. Cayó desde una altura considerable ante el horror de sus familiares.

Si bien se considera al Mediterráneo un mar tranquilo, cuando la situación meteorológica es adversa toda precaución es poca. En abril de 2013 Alexis Mariano Luca entró en una cueva medio sumergida y no salió de ella con vida. Sucedió en Cala Serena (Felanitx), y los equipos de emergencia lo buscaron sin descanso.

Al parecer un golpe de mar lo sorprendió en el interior de la pequeña gruta. Tiempo después la familia del infortunado lamentaba que «la cueva de Cala Serena en días de temporal puede volver a convertirse en una trampa mortal».

Otro fatídico golpe de mar se registró meses antes, en septiembre del año 2012, y mató a un niño en una cala de Manacor y a su padre al querer rescatarlo. Las olas se llevaron al pequeño, de nacionalidad británica y seis años de edad en Cala Antena, y así lo relató en su día Javier Jiménez, redactor jefe de este periódico.

El padre se lanzó al mar para salvarlo. Poco después, los dos estaban muertos (...) La familia inglesa había llegado a Mallorca hacía unos días, para pasar sus vacaciones en el hotel Balmoral, ubicado en Cala Antena, junto a Calas de Mallorca. Salieron de sus establecimiento hotelero los padres y sus tres hijos, y se dirigieron a las escaleras del hotel Chihuaua, emplazado cerca del suyo. Desde allí, tenían previsto disfrutar de la panorámica y tomar algunas fotografías, ya que el mar estaba embravecido y el oleaje rompía con fuerza contra las rocas. La playa estaba desierta, ya que lloviznaba, y una bandera roja alertaba del riesgo por el temporal y las fuertes corrientes.

Finalmente, un caso más antiguo que golpeó a la sociedad mallorquina y la dejó en shock hace ahora veinte años. Dos niños desaparecieron en el mar, cerca de Alcanada (Alcúdia) arrastrados por una ola. Así contó la noticia en aquel entonces Ultima Hora:

El equipo de los Geas de la Guardia Civil rescató el cadáver de uno de los dos hermanos que el domingo por la tarde desaparecieron en el mar, cerca de Alcúdia, al ser arrastrados por una ola. Se trata del cadáver de Àngel Gil Bonnín, de ocho años de edad, que fue localizado a unos cien metros de la costa.

El pequeño murió ahogado, al igual que su hermano Marc, de trece años, cuyo cadáver aún no ha sido encontrado. La búsqueda fue suspendida a mediodía porque los efectivos que participaban en el operativo estaban agotados. Las condiciones meteorólogicas no permitían seguir buscando y además el agua estaba muy fría. Esta mañana, si el tiempo mejora, se reanudará la búsqueda del otro niño desaparecido.

A pesar de estas experiencias, de las que a menudo no somos conscientes hasta que es demasiado tarde, aun hay quien ignora deliberadamente la prohibición del baño con bandera roja y asume un riesgo que es imposible de calcular. Para sí mismo y también para los demás.

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