La tensión este miércoles en la Comandancia de la Guardia Civil entre la presidenta del Govern, Francina Armengol, y la delegada del Gobierno, Maria Salom, era visible. Casi tanto como las banderas españolas que cubrían el patio benemérito.
El discurso de Salom no gustó nada a la presidenta, que a pesar de copresidir el acto no pronunció ningún parlamento. La delegada, por su parte, fue contundente en la defensa de la unidad de España y se mostró extrañada por las críticas recibidas por la jura de bandera para civiles del pasado domingo en Ibiza: «Fue un día especial para el medio millar de civiles que desfilaron y que, no sé bien por qué, es criticada por esas minorías que nos intentan imponer su ideario excluyente. Somos españoles y nos sentimos orgullosos de pertenecer a este gran país que es España». Salom también se refirió «a los que quieren recortar nuestras señas de identidad, como los toros; como monumentos de una etapa de confrontación ya olvidadas que representan lo que nunca debe volver a ocurrir; como la historia de nuestro país, reescrita con falsedades por algunos que priman sus intereses políticos, un relato falso que nos intenta llevar a la ruptura entre españoles».
A medida que la delegada pronunciaba su discurso, el semblante de Armengol se iba endureciendo, circunstancia que no pasó desapercibida para muchos de los invitados.
Salom abordó el desafío independentista y fue categórica: «No es posible que bajo el paraguas de la fiesta de la Democracia, como es el derecho a votar, siempre bajo las premisas legales, se construya un relato perverso, al margen de la Ley. Fuera de ésta no hay nada, salvo la arbitrariedad y el caos».