«Solo queda rezar», comentó en una de sus últimas publicaciones en Instagram. Luis Rodríguez-Toubes ha eliminado las fotografías de su perfil en esta red social, donde atesora una legión de más de 12.000 seguidores. El joven, acusado de estafar al matrimonio Ferrando-Bennaser bienes por valor de 38 millones de euros, también ha borrado recientemente su cuenta de Facebook.
Su Instagram estaba envuelto de lujo. Copado por selfies, travesías en yate o de sus nuevas adquisiciones. Eran relojes Rolex, carteras de piel Yves Saint Laurent y mocasines Gucci y Hermès. El encausado, de 24 años, alardeaba de sus apariciones en programas de televisión y presumía de una fotografía de infancia con el Rey Felipe VI.
Los días previos al juicio publicó instantáneas de su vuelta a Mallorca. De la Seu y de un copioso desayuno. «Hoy es el día más importante de mi vida», escribió cuando le citaron para la vista.
La noticia sí es trascendente. Que quiera borrarse del mapa es una consecuencia lógica ya que en las redes sociales alardeaba de un nivel de vida altísimo. Supongo que ahora alegará que vive en la indigencia. Pero lo más alarmante de todo ello no es el hecho de que se las haya borrado, sino cuándo. Un día antes de hacerse pública la sentencia. Que cada uno saque sus conclusiones.