El codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús Núñez Villaverde, es, además, experto en temas de seguridad internacional, construcción de la paz y prevención de conflictos violentos, y mundo árabe-musulmán. El próximo viernes, día 25 de marzo, a las 18.30 horas, participará en la mesa redonda Europa ante la guerra, que organiza el Club Ultima Hora junto a la Universitat de les Illes Balears (UIB) en Es Baluard. Junto a Núñez, estarán el profesor de Historia Moderna Miquel Deyá y el exjefe del Estado Mayor del Ejército Luis Alejandre. La jornada abordará la complicada situación generada por la invasión de Ucrania por Rusia. Será el periodista Javier Mato, colaborador de este medio, quien modere el acto.
Usted ya advirtió en diversas entrevistas que debíamos tomarnos en serio las amenazas de Vladímir Putin. ¿Es que nadie lo ha hecho?
— Si estamos vivos es porque, afortunadamente, los países con armas nucleares han entendido que su uso nos conduciría a un suicidio colectivo. Por lo tanto, nadie, a pesar de que ha habido cientos de guerras, ha usado un arma nuclear. En este sentido, Rusia sigue ese mismo guion y entiende que estas armas solo tienen sentido cuando la existencia del estado está en peligro. El Kremlin no está en peligro de desaparición en el conflicto con Ucrania.
En esta ponencia sobre ‘Europa ante la guerra’, ¿debemos señalar a un culpable de la guerra Rusia-Ucrania?
— Es necesario señalarlo, pero la respuesta no es tan evidente en términos de blanco y negro. Dependiendo de cuándo pongamos el cronómetro en marcha podremos sacar conclusiones distintas. Si pensamos en el 24 de febrero, que es cuando empezó el conflicto, no hay duda alguna de que Putin decidió lanzar esa invasión. En contra, si nos retomamos más atrás, desde la caída de la Unión Soviética, está claro que Occidente ha cometido muchos errores. Por un lado, la ampliación de la OTAN ha generado un desequilibrio en el orden de seguridad europea. Por otro lado, de manera irresponsable, hemos jugado con las expectativas de los ucranianos, haciéndoles creer que estábamos deseando que formaran parte de esta organización internacional cuando, en realidad, estábamos instrumentalizando estas expectativas para tocar las narices a Vladímir Putin. Se ha demostrado, por lo tanto, que no teníamos voluntad ninguna de integrar a Ucrania ni en la Unión Europea ni en la OTAN.
¿Por qué lo dice?
— La Historia determina que todo vacío de poder acaba siendo rellenado por otro poder, igual o más fuerte. El vacío que se creó en la mitad oriental de Europa cuando desapareció la URSS (Unión Soviética) ha sido rellenado por la Unión Europea y la OTAN, sin considerar que eso generaba un desequilibrio. Rusia planteó un tratado paneuropeo en el que se hacía mención a que no se puede garantizar la seguridad de Europa sin contar con todos los europeos. Y Rusia es Europa. Por lo tanto, hay que tomar esto en consideración.
Usted dice que se han cometido errores.
— En 2008 se cometió el error de decir, en la cumbre de la OTAN, que Georgia y Ucrania podrían entrar en esta organización. Esto tuvo consecuencias. Ucrania es un interés vital para Rusia, pero no para nosotros, para Europa. Por lo tanto, hemos jugado con ellos frente al Kremlin y los hemos dejado de lado ante una situación que ha llevado a esta invasión. Putin por supuesto que es responsable, pero hay gestos que hacen pensar que también nosotros somos responsables de lo cometido en el país ucraniano.
Estamos en guerra, pero, ¿qué será lo siguiente?
— La guerra no es solo un frente militar, también en otros muchos ámbitos. La guerra ya está en marcha con Rusia y eso tendrá consecuencias para nuestro bienestar y nuestra seguridad. Y todo se verá dependiendo de lo que ocurra en Ucrania. Actualmente, con el suministro de armas que se está haciendo a Ucrania, lo que se busca es responder a una petición de defenderse, pero también es cierto que no podemos engañarnos: buscamos que empaten con Rusia. Empatarlos para que el Kremlin no pueda seguir su aventura militar en otros lugares como Moldavia. Los ucranianos se están defendiendo a sí mismos pero, en el fondo, también a todos nosotros consiguiendo frenar a Putin.
¿No le resulta extraño que no haya ocupado ya la capital?
— Desde el punto de vista militar, la cuestión es entender que la que creíamos una todapoderosa fuerza militar en realidad está siendo un tigre de papel, un fracaso absoluto. Es el mal desempeño y pésimo recibimiento ruso sobre el terreno. Creo que han planificado mal la ejecución, pensando que con una guerra ‘relámpago’ conseguirían echar abajo el Gobierno ucraniano de Volodímir Zelenski y poder controlar el Dombás. Y no ha salido ese plan por el mal rendimiento de las tropas.