Las esperadas memorias de Bárbara Rey ya están a la venta. A lo largo de sus 407 páginas María García desgrana los episodios más complicados de su vida y sus relaciones sentimentales en las que dos hombres son los protagonistas indiscutibles: el rey Juan Carlos y Ángel Cristo. De forma cronológica, la vedette narra su infancia en Totana y el momento en el que, con tan solo 18 años, se trasladó a Madrid para cumplir su sueño de ser artista. Unos inicios que estuvieron marcados por la noche madrileña, donde María consiguió conocer a personalidades vinculadas al mundo del arte. Tal era la belleza de la joven murciana, que fue elegida Dama de honor en el certamen Maja de España y representó a España en Miss Mundo, participaciones que le dieron una gran visibilidad.
«En aquella época podía estar un día trabajando como modelo en publicidad y al siguiente recogiendo botellas vacías de la basura para llevarlas al supermercado», narra la artista en las páginas de sus memorias. Su carrera se profesionalizó en 1972, cuando empezó a trabajar con Gustavo Viciana como representante y adoptó el nombre artístico de Bárbara Rey. Unos años en los que logró conocer a rostros tan conocidos como Alain Delon, con el que mantuvo diversos encuentros. Pero el punto de inflexión de su carrera llegó con la Nochevieja de 1975, cuando fue una de las cuatro presentadoras de la gala de TVE. Su intervención fue todo un éxito y gracias a ello sustituyó a José María Íñigo en el programa Esta noche... fiesta, cuando el comunicador decidió tomarse un año sabático.
La primera vez que el rey contactó con Bárbara fue en la primavera de 1977: «Llamó a casa y yo estaba rodando fuera, cogió el teléfono mi amiga Charo. Primero pensé que se trataba de una broma». Cuando por fin le creyó, el monarca empezó a llamarla cada día durante un mes, hasta que fue a Zarzuela donde fue recibida por Sabino Fernández Campo: «Entonces llegó él, estuvimos charlando y cuando se despidió me abrazó y me dio un beso en los labios. Me pidió que nos volviéramos a ver y yo ya supe a qué tipo de encuentro se refería». Durante casi tres años se estuvieron viendo en La Angorrilla, la casa de caza de Franco, unos encuentros que se veían truncados por las estancias en Mallorca del rey Juan Carlos: «Nos veíamos prácticamente una vez a la semana, a no ser que él estuviera de viaje fuera de España o que fuese verano, cuando se iba a Palma de Mallorca. Los días que no nos veíamos, seguíamos con la rutina de las llamadas telefónicas. Le gustaba que le contara chistes».
La relación entre ambos se fue estrechando hasta el punto que el actual rey emérito le pidió favores como que hiciera campaña en favor de UCD en las primeras elecciones democráticas. En esos años Bárbara empezó a notar que cada vez tenía menos oportunidades profesionales, motivo por el que pidió una entrevista con Adolfo Suárez para ver si había posibilidad de revertir la situación. Un encuentro que no gustó nada a la actriz: «Su actitud se volvió cada vez más desagradable e intimidante. Rompió su silencio con una propuesta que me hizo sentir muy incómoda».
Con el objetivo de poder relanzar su trayectoria profesional, se trasladó a Cataluña para ofrecer su espectáculo Barcelona es... Bárbara en el teatro Victoria. Una etapa de su vida en la que la artista regresaba a Madrid los fines de semana para ver al rey emérito, viajes gracias a los que conoció a Chelo García Cortés y José Manuel Parada, con los que vivió su comentada «noche de amor». Mientras continuaba con sus encuentros con el rey Juan Carlos, Bárbara conoció a Ángel Cristo: fue en el año 1979, cuando el domador fue a ver a la artista al teatro Lido de Madrid, que en aquel momento era la protagonista de Una noche bárbara, y le propuso participar en una gala especial con el objetico de recaudar fondos para UNICEF. Un romance que fue muy rápido, hasta el punto que Ángel le propuso matrimonio cuando apenas llevaban un mes. Bárbara abandonó el espectáculo, donde fue sustituida rápidamente por Norma Duval, y comunicó su decisión de casarse al rey.
«Durante una de nuestras habituales conversaciones telefónicas, le conté al rey mi decisión de casarme. Durante los últimos meses, nos habíamos ido distanciando poco a poco. Mis compromisos en el teatro, su largo verano en Mallorca...», cuenta la artista. Aunque el monarca le propuso seguir con sus encuentros, ella declinó la oferta. Tras la boda, Bárbara se unió al Circo Ruso junto a su marido y empezó a ver el lado oscuro de Ángel. A pesar de todo, siempre tuvo claro que quería ser madre y en 1980 cumplió su sueño al quedarse embarazada de Ángel. Dos años después llegó Sofía, pero la situación no mejoró hasta el punto que incluso Ángel empezaba a compartir más tiempo con otra mujer.
«En el último año de mi matrimonio reuní el valor necesario para confesarle al rey cómo era realmente mi relación con Ángel. Su respuesta, aunque cortés, fue decepcionante. Con el tiempo supe que por aquel entonces tenía una relación con Marta Gayà y yo le había dejado de interesar lo más mínimo», recuerda en las páginas de sus memorias. No fue hasta el 28 de abril de 1989 cuando, tras una complicada separación, Bárbara pudo regresar a su casa de La Moraleja junto a sus dos hijos. Una estancia breve ya que, tan solo un año después, para cubrir las deudas de Ángel, la casa fue adquirida por una de las empresas propiedad de Jesús Gil: con ese dinero compró un chalet en Boadilla del Monte, dio la entrada para un apartamento en Marbella e hizo un viaje a las Islas Baleares.
«Me llevé a mis hijos a Ibiza para disfrutar de las calas tranquilas, los pueblos blancos y la naturaleza. La Ibiza de aquellos años era muy acogedora y luminosa», relata Bárbara. Pero la artista también quería disfrutar de la noche ibicenca, tras casi diez años sin salir: «Una amiga de la isla me prepuso dejar a nuestros hijos con una cuidadora de confianza. Primero fuimos a Keeper y después a Pachá. Allí coincidí con un chico que me había dado un folleto en el paseo marítimo unos días antes. Se llamaba Cristian, tenía un precioso acento chileno que me resultó completamente irresistible». Tras acabar esta escapada, Bárbara regresó a Madrid, dejó a sus hijos y cogió un vuelo directo de vuelta a la isla para reencontrarse con él: «Después del ahogo de los últimos años, esos días fueron una bocanada de aire fresco». Ángel Cristo reconoció en 2005 en una entrevista en ¿Dónde estás corazón?, tras un grave bache de salud, que había maltratado a su exmujer: el domador falleció cinco años después.
Respecto al rey, a principios de los años 90 retomaron su relación, aunque nunca llegaron a perder por completo el contacto. Durante sus encuentros el rey siempre mostraba frialdad, y tras investigar la falta de oportunidades laborales que había tenido en los últimos años, Bárbara llegó a una conclusión: «El rey me conoció gracias a mi fama, pero una vez comenzó nuestra relación secreta, procuró mantenerme al margen de ese tipo de exposición». En ese momento, 1994, decidió grabar al rey gracias a la sugerencia de una amiga. Su objetivo era que el material fuese una herramienta de negociación. «No quería dinero, quería trabajo. Un día de mayo de ese año mi hermano tomó unas fotos y yo me encargué de revelarlas. Al descubrir la existencia de estas imágenes, el rey decidió romper el contacto», asegura la artista.
Tras este hecho Bárbara, tal y como escribe en sus memorias, empezó a recibir llamadas en número oculto, sufrir percances con su coche y hubo un robo en su casa, incidentes que le generaron una gran sensación de vulnerabilidad. En el libro Bárbara también lamenta que su hermano fue la persona que abusó de su hija, Sofía Cristo, cuando era pequeña. Precisamente el día en el que estaba en el tanatorio velando a su hermano, su hijo Ángel Cristo concedía la demoledora entrevista en De Viernes en la que cargó duramente contra la vedette. Una intervención tras la que Ángel vendió las fotografías de Bárbara junto al rey emérito a un medio holandés, unas acciones que han llevado a Bárbara a publicar sus memorias en vida.
L'estat espanyol és una mala comèdia