Posiblemente Felipe VI y Letizia, y también sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, al despertar estas dos últimas semanas no sabrían si se encontraban en Mallorca o en París. Han sido unas vacaciones diferentes, incluso extrañas, en el que los compromisos y las agendas de los miembros de la Familia Real española no han permitido la unidad familiar que la reina emérita hubiese querido, y nada que ver con anteriores veranos. Mucho más sueltos, espontáneos y sonrientes hemos visto a los Reyes y a sus hijas en los actos y competiciones a los que han asistido durante la olimpiada de París que en los momentos vividos en Mallorca. Recordemos que la reina Sofía llegó unos días antes al palacio de Marivent de que lo hiciera su hijo, Felipe VI, que lo primero que hizo fue despachar con las autoridades de Balears en una audiencia celebrada en la Almudaina.
Y de Palma a París para asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos, donde vimos, por primera vez, a los Reyes realizarse un selfie. Algo que días después repetirían sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, quienes han dado un aire fresco y mucho más actual a la imagen de la corona. La futura heredera, siempre acompañada de su hermana, se ha convertido en objetivos de la prensa del corazón.
Mientras Leonor y Sofía disfrutaban de diversos encuentros en París, apoyando a los deportistas españoles, el Monarca embarcaba cada mañana en el Aifós para participar en la 42 edición de la Copa del Rey de Vela, en la que quedaría en segundo puesto. Durante esa semana, Felipe VI pudo disfrutar de su deporte favorito, que no ha podido inculcar a sus hijas, y tampoco a la reina, y salir a cenar con sus compañeros de tripulación y amigos. También le vimos cantar Un velero llamado Libertad en el concierto ofrecido por el cantautor mallorquín Jaime Anglada, regatista y buen amigo del Monarca, durante su concierto tras una jornada de regatas, en la terraza del Real Club Náutico de Palma.
Posado oficial
Este verano no hubo posado oficial en el que la familia del Rey elige un escenario que destaque por su historia, belleza o tradición, y realizó un improvisado, e incluso precipitado posado, acudiendo al restaurante Mia by Guillermo Cabot, en el Portitxol, en el que los Reyes y sus hijas fueron acompañados por la reina emérita, su hermana, la princesa Irene de Grecia, y Tatiana Radziwill junto a su marido el doctor Jean Henri Fruchaud. Buenos amigos de los reyes eméritos.
Antes de la cena pudimos captar la única imagen de todos los miembros de la Familia Real, 52 segundos de sonrisas y saludos a los fotógrafos, avisados previamente por Casa Real. Lo que no faltó fue el cóctel ofrecido en los exteriores del Palacio de Marivent a representantes de la sociedad balear. Una cita en la que se repiten cada verano los mismos rostros, siendo pocas las novedades y convirtiéndose en una pasarela del postureo, donde lo importante es hacerse fotos con los Reyes para publicarlas en las redes sociales.
El paseo por el centro de Palma de las reinas Letizia y Sofía, junto a la princesa Leonor y la infanta Sofía, fue eclipsado por una sola imagen. La de la heredera de la corona al volante, pocos meses después de haberse sacado el carnet de conducir. Imágenes que no han estado exentas de polémica al comprobar, y no es culpa de los fotógrafos, que el vehículo no llevaba la obligatoria ‘L' que todo conductor novel debe llevar durante el primer año. De ser sancionada, doña Leonor tendría que pagar 100 euros.
Antenoche, al igual que llegaron, la Familia Real abandonó Marivent sin comunicarlo oficialmente y por la puerta trasera del palacio. Unas vacaciones privadas donde los Reyes seguirán disfrutando en otro destino.