Ricky Merino (Palma, 1986) es un currante de los pies a la cabeza. Lo lleva demostrando desde hace años. Cantante, actor y presentador, no se cierra a nada. Le gusta estar ocupado. Está de visita en Mallorca para disfrutar de unos días de vacaciones y ver a la familia, tras unos meses de intenso trabajo en Madrid. No es para menos porque agota las últimas funciones del musical Ghost, que lo ha tenido ocupado dos intensos años girando por toda España, mientras que en junio presentaba su nuevo single, Quiero. También ha estado de gira estos meses junto a su compañera de OT17, Nerea Rodríguez, con Broadway Sinfónico, y acaba de despedir el talent show musical La la la en Telemadrid, que ha co presentado estos meses con Silvia Jato. A esto hay que sumarle los ensayos del musical Una rubia muy legal, que estrena en septiembre.
Cantante, actor, presentador... no se cierra a nada.
–Soy un perfil de artista que en España no se valora mucho. Aquí piensan que si haces muchas cosas, ninguna se te da bien. Y yo lo que no quiero es limitarme.
¿Ha cambiado mucho el Ricky Merino que entró en Operación Triunfo hace seis años al de ahora?
–Sigo teniendo las aspiraciones intactas. Antes quería llenar el WiZink Center o el Palau Sant Jordi, y sigue siendo mi sueño. Pero tengo los pies en la tierra, sé cuál es mi situación en este mundillo. No estoy desencantado, pero debo confesar que sí estoy cansado de cómo funciona la industria musical.
¿Es difícil dejar una discográfica y pasar a ser una artista independiente?
–Pues no. Nunca fui una prioridad para Universal, por eso yo me buscaba los realizadores que grababan mis videoclips... me buscaba la vida. Eso sí, como independiente te cuesta más hacerte un hueco en el panorama musical. Entrar en las listas de reproducciones es muy difícil, y si no suenas en Spotify...
¿Sigue componiendo y grabando?
–No al ritmo que me gustaría. Pero sigo haciéndolo para estar presente. No entra en mis planes abandonar la música mientras haya gente que siga escuchándome. Quiero, por ejemplo, ha sido mi último single. Y grabaré más los próximos meses de cara a mi segundo disco, que llegará más pronto que tarde.
¿Háblenos de su papel en el musical Una rubia muy legal?
–Me hace mucha ilusión porque es un papel radicalmente diferente al de Sam en Ghost. Aquí interpreto a un auténtico capullo que deja a su novia cuando se va a estudiar a Harvard, pero ella va detrás de él. Es un musical, es una comedia, estoy en mi salsa. Me muero por empezar en septiembre con las representaciones, aunque eso signifique despedirme de Ghost, y va a ser muy duro, la verdad. Han sido dos años de mi vida.
No esconde su sexualidad en las redes sociales, ¿le molesta la etiqueta LGTBI?
–Para nada. Yo soy homosexual. Y, por ejemplo, no he parado de trabajar este mes de junio en los diferentes Orgullos. Lo que sí me gustaría es que nos tuvieran en tanta consideración el resto del año en otros escenarios. Y soy de los pocos que no pueden quejarse, trabajo todo el año, vivo de la música y la interpretación. Lamentablemente, no todos mis compañeros pueden decir lo mismo.
Curioso, usted ha lamentado muchas veces el poco cariño que le tiene el colectivo gay
–Pues la verdad es que sí. Falta mucha sororidad en el colectivo LGTBI. No somos igual que las mujeres, cuando una triunfa, todas a una, aunque en petit comité critiquen. A nosotros no nos pasa. A mí me acusan de que me sexualizo para llamar la atención. Hago lo que quiero cuando quiero. Lo que me hace gracia es que todos babeen con Sebastián Yatra promocionado sus hits en toalla; si él lo hace, estupendo, si lo hago yo, mal... Ok.
¿Le han insultado alguna vez por su sexualidad?
–Nunca me pasaba, y de un tiempo a esta parte comienza a ser habitual. Me da miedo a dónde nos dirigimos. Antes parecía que los homófobos tenían pudor de decir lo que pensaban, pero ahora hay un partido que les da alas, y ya no sienten vergüenza de decir lo que quieren. Le pongo un ejemplo: hace unas semanas subí a mi cuenta de Instagram una foto bailando con mi chico el Clavaíto de Chanel y Abraham Mateo en un descanso del entrenamiento. Había cientos de mensajes cariñosos, y muchos otros preguntándose que ‘por qué tienen que ver eso', que ‘qué asco' o ‘no sabía que eras gay'... ¿Hace falta leer esto?
Hace unas semanas se metió sin comerlo ni beberlo en una polémica por una entrevista en televisión, ¿qué sucedió?
–Abandoné las redes sociales durante una semana y volví a terapia por los insultos que recibí. Fue una entrevista grabada previamente. Hablamos 45 minutos sobre mis proyectos y, al final, me preguntaron, como siempre ocurre, por mi relación con mis compañeros de OT. Yo contesté que tenía más amistad con unos que con otros, pero que me molestaba que enviara a uno mensajes y muchas veces no respondiera. Ellos intercalaron mis frases con imágenes de Aitana. Lo cómico de todo esto es que ni la mencioné ni es ella la que te deja en 'visto'. Polémica servida. Sus fans me dejaron roto. Y luego no dejan de hablar de proteger la salud mental...ya.