Lady Di, junto con su esposo, Charles, el eterno heredero de la corona británica, pasaron cuatro vacaciones veraniegas en Marivent, correspondientes a los años 1986, 1987, 1988 y 1990, más una quinta estancia de Diana, en 1996, siendo ya exesposa del príncipe, como ciudadana británica. Llegó, por cierto, una tarde a Son Sant Joan, caminando por la terminal a pie, entre los turistas, en dirección del aparcamiento donde la aguardaba un coche que la llevó al hotel La Residencia, de Deià, hasta donde fuimos tropecientos periodistas, pues, sino ya como princesa, como personaje seguía valiendo, puede que más que antes, pues igual –pensamos algunos- había quedado en Mallorca con algún pretendiente… ¡Que se yo!, igual con el mismísimo James Hewitt, que entre estos podría ser el más oficial de todos.
Fueron cuatro años de noticias casi a diario, no solo extraídas de lo que los Príncipes de Gales protagonizaban en la Isla, sino de lo que contaba la prensa británica, repartida en dos bandos. La oficial, cercana a Buckinghan Palace, y los tabloides, que seguían no solo su quehacer diario, sino también el «a ver que le pasaba a esta pareja», más próxima al precipicio del divorcio que de otra cosa. Al menos eso era lo que se contaba en el primer viaje, y que se hizo casi oficial en los otros tres, pues en cada uno de ellos ambos estaban cada vez más distantes. Si él leía en la proa del Fortuna, ella tomaba el sol con sus hijos en la popa. Si él salía a pintar a Valldemossa o a Génova, ella se quedaba en Marivent o se iba con los niños a Marineland, o a bañarse a Illetes, en la zona que fue militar…
Por cierto, las vacaciones de los Príncipes de Gales nos enseñaron muchas cosas a los periodistas de aquí. Por ejemplo, ¿cómo se enteraban nuestros colegas británicos que iban a ir a Cabrera?. ¿O ella a bañarse a Illetes, o a una de las playas de la Colonia de Sant Jordi…? ¿O cómo él pintaba flores en tal lugar al que se llegaba por tal carretera…? Pues, sencillamente, se enteraban gracias al escáner que llevaban todos los colegas. Buscaban la frecuencia de los escoltas, escuchaban lo que se decían, entre otras cosas dónde iba a ir mañana Lady o su Alteza, o –raramente, a no ser que se embarcaran- los dos, y ahí que los esperaban. Escondidos tras un árbol o dónde de fuera. Y si iban a Cabrera, alquilaban un barco, con el que salían por la mañana temprano y a esperar… Eran tiempos en que a Cabrera podía ir todo el mundo, incluso fondear no muy lejos de donde lo hacía el Fortuna… Hasta que los ingleses publicaron en los papeles de la Gran Bretaña el reportaje en que todos los del barco, dueños e invitados, adultos y pequeños, mostraban como estaban pasando la jornada marinera. Ni que decir tiene que a raíz de saber cómo ellos funcionaban, casi todos nos hicimos con un escáner que nos sirvió hasta que la telefonía se digitalizó. Mientras tanto, durante un par de veranos, le sacamos partido.
Otra de las cosas que nos enseñaron los fotógrafos ingleses es ir a donde hubiera un posado con una escalera. Les daba lo mismo llegar los últimos, pues la plantaban donde veían que había tiro, se subían a ella, y desde las alturas, sin cabezas que estorbaran, daban mambo a todo cuanto se moviera.
Aparte de los rumores, cada vez más consolidados, de separación, Lady Di y Charles, a quién, no sabemos quién, le llamó el «orejas», nos ofrecieron otros buenos momentos. Por ejemplo, el de la primera foto que se le hizo a ella. Fue un domingo, dos días después de haber llegado a Marivent, cuando embarcaron en el Fortuna. Diana, que de fotos entendía más que nosotros, viendo que en frente, más allá de la autopista que pasa por delante de la Base Naval de Porto Pi, estábamos un centenar, cámaras en ristre, en vez de esconderse en cubierta, como hizo años después Letizia, esposa del Príncipe de Asturias, se acercó a la proa del barco, y con toda la provocación que supo echarle, se quitó el pareo y se quedó en bikini, miró hacia donde estábamos y, ¡hala, toda para vosotros! Porque tras permanecer de pie, se sentó, se puso las gafas, se las quitó… Fue un festival fotográfico… Sí, la mujer más fotografiada del mundo, toda para nosotros.
En uno de los viajes se dijo que el rey emérito, a la sazón Rey en activo, le echó los tejos, cosa que ella, posteriormente, no solo se lo negó a su biógrafo, sino que, además, dijo que no era su tipo, pues tenía pinta de playboy… Y ella no le gustaban los tipos así.
Luego está la otra parte de estos viajes: el incremento de turistas británicos a Mallorca que trajeron consigo las vacaciones de la pareja en la Isla. Y sino, que les pregunten a los de las agencias de viajes, españolas e inglesas, y hoteleros de entonces… Por eso fue normal que cundo se rompió el Fortuna 2, empresarios de Mallorca le compraron a la Familia Real el Fortuna 3. O al menos eso fue lo que se dijo por entonces.
Por cierto, hablando del Fortuna. En el último viaje, si mal no recordamos, la reina Sofía y Lady Di se fueron a Peralada, a un concierto de Carreras, quedándose el Rey y el príncipe, con sus hijos en Marivent. ¿Qué hicieron…? Dar una vuelta con el Fortuna, con tal mala suerte, que camino de Sóller se rompió, teniendo que ser remolcado hasta el puerto una vez que sus egregios ocupantes fueran rescatados y devueltos a la costa, desde donde, en coches, regresaron a Palacio. Al día siguiente, domingo –hay días de la semana que se recuerdan siempre-, los seguimos. Fueron a parar a una playa, pasada la de es Carbó (Colonia de Sant Jordi), hasta donde llegamos, unos por tierra, y otros en velomar. Ni que decir tiene que tanto escoltas, como el rey Juan Carlos, fliparon al vernos aparecer por allí. ¿Que qué hizo el Monarca…? Pues viendo que el príncipe Carlos se estaba bañando con sus hijos, le dijo que se dejara hacer unas fotos… Que hicimos, claro… Como tres o cuatro carretes de fotos fue los que tiramos cada uno en menos de cinco minutos. Luego, el Rey nos invitó que nos marcháramos…
Para finalizar, otro tema –el tema, en el argot, es el reportaje, como el mambo es el robado-. En el último viaje, Charles se adelantó a Diana, hospedándose en la casa que tiene en Puigpunyent. Allí, tras unos setos, estábamos Joan Torres, Sebastián Terrasa –que fue quién se enteró que iba a hospedarse allí- y Manuel Hernández de Leon, de la agencia Efe. ¿Qué pasó? Pues que de pronto aparece el príncipe inglés con el brazo en cabestrillo y se sienta, empezando a leer un libro. Enseguida llega una dama –luego nos enteramos que era Lady Ramsey, amiga de la familia real británica-. Charlan durante unos segundos y, de pronto, se abrazan…¡Ver para creer!. ¿Un ligue a escondidas…? Decidimos publicar las fotos sin más, sin habar de ligues, sino solo contando lo que habíamos visto, lo cual fue lo mejor que pudimos hacer, dado que, según supimos después, no era un ligue, sino que fue el momento en que la dama le contó a Charles que una hija suya estaba enferma de cáncer, lo cual propició el abrazo. Por muchas razones, a todos nos hubiera gustado que la pareja hubiera seguido viniendo a Mallorca. Ninguna dio tanto juego como ella, ni atrajo a tantos ingleses de vacaciones.