Uno de los elementos artísticos decorativos de la Navidad mallorquina lo constituyen las neules de papel, presentes en casi la totalidad de iglesias y monasterios y en casas particulares que siguen esta tradición, cuya aparición esplendorosa siempre causa admiración. Su elaboración requiere mucha creatividad y paciencia, ya que cuenta mucho la facilidad en el dibujo u otra actividad artesana relacionada con éste. Los motivos de las neules son múltiples. Si nos fijamos bien cuando visitamos un templo decorado con ellas, se aprecian en gran cantidad. Desde los florales, temas religiosos de la Natividad, escudos de órdenes religiosas, rosetones de catedrales, escenas de payeses mallorquines, adornos navideños, eucarísticos y, ya en menor cantidad, los inspirados en monumentos o esculturas populares de Palma y los pueblos de Mallorca.
En Sineu, la pintora Cati Gelabert Niell lleva años creando y recortando sus propias neules con ayuda de un cúter, teniendo muy en cuenta los acabados o puntas. Este año ha realizado la de Sant Antoni de Viana, la Font del Gall de Pollença y la iglesia de Sant Bartomeu de Sóller, que para ella ha supuesto esta última todo un reto, por la complicada belleza de este edificio. Por este motivo, Gelabert, a quien le gusta mucho siempre dibujar del natural, visitó estos lugares tomando fotos y luego plasmándolas sobre papel de cartulina fina. A estas añade la del Lleó de San Marc de Sineu y una vista de este mismo pueblo, además de una larga colección de entornos de Palma o Alcúdia, y rosetones de catedrales, como es el de Matera, en Italia.
La creación personal de neules también ha supuesto un reto para la ceramista mallorquina Malén Ramón, que ha resuelto con éxito. «Por vez primera me lo planteé después de que alguien me diera la idea, llegando a un punto que decidí que dichas piezas estuvieran relacionadas conmigo. Aunque residente en Palma, yo soy llosetina y allí veneramos a Nuestra Señora del Cocó en su ermita del mismo nombre. Desde la carretera que conduce hasta allí hice una foto, la dibujé e hice la neula». «De ahí vino el reto –prosigue Malén– pues haces el dibujo y debes desarrollarlo en la neula, que es donde se encuentra la dificultad, además de acabarlas recortándolas con el cúter. Para mí fue una experiencia muy buena y a la vez divertida.
Pensé también hacer una con el esbelto campanario de Binissalem, ya que mi madre, Margarita Torrens (de Can Busca de Padaç) es de allí, y arroparla con la viña que lo envolviera, por ser las uvas y el vino tan representativos de este pueblo». Con la pandemia, la ceramista estuvo muy entretenida y a la vez ilusionada. A medida que iba creando, más emoción sentía. «Animada como estaba, realicé otras de tema eucarístico, un rosetón, un ángel anunciador y una paloma de la paz».