San Google no se pone de acuerdo en cuántas playas hay en Mallorca. Las distintas informaciones varían entre las 205 y las 345. Da igual. Lo importante es que lo que parecía que no iba a llegar nunca, a partir de este próximo lunes será una realidad. Las playas volverán a recibir a ciudadanos ávidos de tomar el sol y de bañarse en las aguas del litoral y se verán salpicadas de bañistas, aunque durante esa época del año, y a pesar de la bonanza climatológica de los buenos días, hará falta bastante valor para darse un chapuzón.
Durante los próximos días, en las playas se escucharán conversaciones en catalán y castellano, pero no tanto en inglés, alemán o francés, como estamos acostumbrados en cuanto las temperaturas suben. Para que esto ocurra parece que habrá que esperar hasta mediados del mes que viene, cuando empiece a normalizarse el tráfico aéreo ante la alegría de algunos pocos, que ven al turista casi como un enemigo a batir, y la preocupación de la mayoría, que ven la presencia de los ‘guiris' como clave para que la Covid-19 no destroce aún más la economía balear
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Playas como es Trenc, Platja de Muro o s'Arenal, por mencionar sólo tres de las más populares y extensas, podrán ser disfrutadas en todo su esplendor con sus prístinas aguas. El hecho de que el permiso para ir a la playa comience este lunes hará que, en principio, no se produzcan aglomeraciones como el primer día que los niños pudieron salir a la calle o los ciudadanos a hacer deporte, ya que ambas coincidieron en sábado, lo que originó no poca polémica.
Mucho se ha hablado en los últimos meses de cómo sería ir a la playa en tiempos del coronavirus. Hace unas semanas las televisiones ‘bombardeaban' con imágenes de unas estrambóticas mamparas transparentes de metacrilato que amenazaban con instalarse en la arena para mantener los famosos dos metros de seguridad. Quizás protegerían del virus, pero el calor que iban a desprender iba a ser casi peor. Por fortuna, tales artilugios serán este verano ciencia ficción y se podrá ir a la playa con la toalla, la nevera y la sombrilla como acompañantes. Eso sí, la distancia de seguridad exigida habrá que mantenerla con el resto de usuarios, algo que en principio no parecerá muy problemático, sobre todo en los arenales de mayor extensión, aunque quizá sí genere algún roce en las calas más íntimas.
En principio, el poder ir a las playas iba a hacerse realidad en la fase 3 de la desescalada, pero el Gobierno decidió adelantar esta medida a la fase anterior. Algo parecido ocurrió con el permiso para poder ir a las segundas residencias, que en principio se había planteado para la fase 2, pero que se adelantó a la fase 1 tras una pregunta de una periodista a Pedro Sánchez, que obligó al Gobierno a rectificar su orden inicial.
Quizás cueste un poco al principio, pero no sería extraño que en poco tiempo la situación en las playas y chiringuitos se parezca cada vez más a la de estíos anteriores; sobre todo, cuando los hoteles reabran sus puertas. Hasta entonces y también después: a disfrutar.