Binissalem recuperó este viernes su mercado, con una reducción al 25 % de su capacidad que fue destinada a los puestos de productos agroalimentarios. Los payeses estrenaron una nueva disposición alrededor del perímetro interior, a la agradable sombra de los árboles, en una plaza que durante más de dos meses - entre la suspensión total del mercado ordenada por el alcalde, Víctor Martí, y la ausencia de bares hasta hace unos días - había dejado más solos que la una a los Vermadors que la presiden desde una esquina.
Los mercaderes no ocultaban su satisfacción por regresar a Binissalem, uno de los pocos pueblos que en esta etapa del estado de alarma no había permitido la instalación de los puestos de fruta y verdura, y por la gran respuesta de los vecinos. «He vendido el triple que un día normal», se escuchó.
Tres semanas atrás y ante las quejas de los vendedores, el Ajuntament de Binissalem respondió que no podía cumplir con las normativas sanitarias impuestas por el Gobierno. Este viernes, el mercado se reanudó entre mascarillas, guantes y gel, con una separación de cinco metros entre puesto y puesto, y de dos metros entre comprador y vendedor.
Como medida higiénica, el Ajuntament aportó un «revolucionario» sistema de garrafas de agua con lejía dispuestas sobre una bota de vino, y al lado, una papelera con pedal. «Nada que no se pudiera haber hecho las semanas anteriores, pero han optado por el silencio y por arruinar toda mi cosecha, lo invertido y el trabajo de plantar y cuidar un huerto», comentaba una vendedora, ante las preguntas de una clienta que no la había visto durante dos meses.
No hay duda de que los binissalamers son madrugadores, y a las 7 de la mañana, hora en que se permitió comenzar a montar los puestos, algunos ya hacían cola. Esta fue otra de las quejas que se escucharon este viernes. «No hemos tenido tiempo ni de colocar la fruta y poner los precios, y ya había gente esperando», lamentaba un vendedor. El Ajuntament ha decretado que de 7 a 11 horas se prioriza la afluencia de mayores de 65 años, por ello los vendedores piden poder montar media hora antes.
Con quejas o sin ellas, con razones o no para haberlo suspendido tantas semanas, lo cierto es que ayer el regreso del mercado fue muy celebrado por unos y otros. Ver la alegría en el rostro de las personas mayores que se iban reencontrando ya merecía la pena hacer el esfuerzo.