LA HISTORIA

Julio Iglesias, un asesinato y una gran mole de hormigón y cemento

Las ruinas de Es Fogueró han sido testigos de numerosas historias de gloria y horror, entre ellas la grave caída de un joven desde el tejado el pasado noviembre

Fogueró

Julio Iglesias, durante su actuación en Es Fogueró Palace de Alcúdia | Foto: MIRIAM EISOLD

| Port d'Alcúdia |

El faraónico proyecto que pretendía dar continuidad en el norte de Mallorca al modelo de la exitosa sala de fiestas y restaurante-espectáculo Es Fogueró de la Playa de Palma, ha acabado convertido en una inmensa mole de cemento y hormigón que sigue llamando la atención de turistas y residentes más de tres décadas después de su cierre, convertido en hogar para sintecho y trabajadores y vendedores ambulantes a quienes no les da el sueldo o su ganancia para poder pagarse aunque sea una simple habitación.

A escasos metros del nuevo polígono de Ca Na Lloreta, con la chimenea de Es Murterar y la bahía de Alcúdia como referentes desde las alturas, la que fuera una revolucionaria sala de fiestas y proyecto ambicioso del empresario José Casas, yace convertida en un espacio en el que el botellón, los porros y otras actividades que protagonizan jóvenes de la zona y de localidades próximas.

La triste historia de Es Fogueró Palace arranca en verano de 1989, cuando abrió sus puertas ofreciendo un marco espectacular, sobredimensionado tal vez pero dispuesto a ser una referencia en el sector del ocio en Mallorca, donde otros negocios similares triunfaban desde hacía décadas. Esa ausencia de mesura llevó a ofrecer espectáculos por encima de las posibilidades de un recinto con un escenario espectacular y un anfiteatro interminable, escenario incluso de algún programa de televisión. Y un precio poco asequible: 15.000 pesetas de la época para disfrutar de una cocina selecta y del espectáculo en un marco exclusivo. Y de espectáculos ecuestres, de flamenco, cortinas de agua y sorpresas que acabaron estando por encima de las expectactivas y de la aceptación del producto.

Espectacular panorámica del interior de la sala de fiestas.

En agosto de 1992, nada menos que Julio Iglesias fue el encargado de capitalizar las atenciones y situar a Es Fogueró en el epicentro de la noticia. La actuación del artista español más universal de todos los tiempos fue el epílogo de ese sueño, echando el cierre ese mismo año para entrar en una espiral de olvido de la que ha salido por proyectos que nunca llegaron a cuajar o por episodios de la crónica negra.

Proyectos vacíos

Allá por 2003, en pleno deterioro y víctima de grafiteros, drogadictos y vándalos que vaciaron y expoliaron todo su contenido, el espacio de Es Fogueró, apoyado con una enorme explanada que fue aparcamiento y hoy está cubierta por vegetación que sirve de camuflaje a sus habitantes, se planteó como una zona de transferencia entre el ferrocarril y el tranvía con destino al Port d'Alcúdia, desde Sa Pobla. El tren llegará allí dentro de unos años, pero no lo hará desde Es Fogueró Palace.

Momento de la actuación de Julio Iglesias en Es Fogueró Palace.

Incluso se planteó, sin aceptación ni fortuna, la opción de trasladar parte de la oferta de ocio del Port d'Alcudia a ese marco, aunque todo ha quedado en una página en blanco sin respuestas por parte de una propiedad que parece desentenderse del enorme edificio del Port d'Alcúdia, ubicado junto a un conocido restaurante de la zona y que ha llegado incluso, estando en estado de semiruina, a ser plató cinematográfico.

Pero fue a raíz de un trágico suceso, en junio del año 2010, cuando los ojos volvieron a orientarse hacia esa mole abandonada. Vivían ya varias personas y dos de ellas se pelearon, con la mala fortuna de que una acabó falleciendo, esclareciendo la autopsia y la investigación que fue asesinado y no se despeñó por unas escaleras, como se suponía.

Un perro, en el lugar del asesinato vivido en 2010.

Otro episodio de la crónica negra devolvió a Es Fogueró, a finales del pasado 2024, cuando un joven quedó herido grave después de caer desde una altura de unos veinte metros, desde la cubierta de la antigua sala de fiestas. La muestra de que los fines de semana y en verano, los indigentes y trabajadores que malviven allí no están solos, encontrando allí un techo o un lugar de esparcimiento que agoniza lentamente y sin solución de futuro.

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