José Luis Campins, empresario mallorquín de 42 años, no es un peregrino cualquiera. Natural de Bunyola, lleva más de 14 años haciendo los diferentes Caminos de Santiago, y habrá sumado ya 6.120 kilómetros a pie y en bicicleta cuando termine el que está realizando. Lo que empezó como una aventura con un amigo desde León, se ha convertido en una forma de vida. «El Camino de Santiago me ha salvado la vida, literal», confiesa. Y no es una metáfora: durante uno de los trayectos sufrió una apendicitis que llevó a un diagnóstico inesperado de cáncer de riñón. Gracias a ello, pudieron extirparlo a tiempo.
En conversación con Ultima Hora, Campins se abre en canal. Su primer contacto con la ruta jacobea fue hace 14 años. «No sabía ni lo que era el Camino. Me lo propuso un amigo y lo hice por hacer algo diferente. Al final, cuando una señora me dijo que era un camino espiritual me reí un poco, pero cuando lo terminé me di cuenta de que tenía razón. Me ayudó a desconectar de los problemas de la empresa, de los personales, de todo», recuerda.
Aquel primer impacto fue tan fuerte que al año siguiente emprendió el Camino Primitivo desde Lugo, esta vez en solitario. «Me ayudó tanto que decidí repetir, aunque fueran tramos cortos. Por mi trabajo nunca podía coger más de diez días de vacaciones», cuenta. Durante varios años, aprovechaba los veranos para caminar: desde etapas en bicicleta hasta aventuras con su hermano y amigos músicos, siempre buscando ese efecto sanador.
Pero todo cambió tras la pandemia. Campins, propietario de varias empresas hoteleras, se vio duramente golpeado por la crisis del COVID-19: «Pasé de tener 150 trabajadores y facturar cinco millones de euros a ingresar apenas 100.000 en un año. Tuve que despedir a gente que llevaba muchos años conmigo. Caí en una depresión, engordé mucho, y estuve un año sin caminar».
En ese momento de oscuridad, decidió hacer el Camino Francés entero, con 45 días por delante. «Estaba pasado de peso y quería caminar tranquilo. Fue un renacer». Lo que no esperaba es que, al terminar y unirse a su amigo en un tramo en bicicleta, le vendría el mayor susto de su vida: una apendicitis le llevó al hospital, donde descubrieron un tumor en el riñón. «Si no me hubiera pasado eso en el Camino, probablemente no me lo habrían encontrado a tiempo. El destino se juntó allí», afirma. Afortunadamente, no necesitó quimioterapia.
En agradecimiento, se prometió dedicar más tiempo al Camino y a sí mismo. «Aprendí a delegar en mis empresas y a cuidar mi salud. Nunca había cogido más de diez días de vacaciones. Ahora camino para sanar». Desde entonces ha recorrido rutas largas como el Camino Portugués desde Lisboa, y un recorrido único: desde el Santuario de Lluc en Mallorca hasta Santiago, pasando por Tarragona y enlazando con el Camino del Ebro y el Camino Francés. «Fui el primero en hacerlo, y lo empecé con mi perro. Son más de 1.300 kilómetros, un camino muy especial».
Actualmente está en plena ruta desde Cádiz a Santiago, enfrentando el calor extremo de Castilla y León. «Es un camino durísimo, te tienes que levantar a las tres de la mañana para poder caminar. Pero lo compensa todo. Ves la España rural, pasas por fincas, toros, vacas... es otro mundo».
Además, Campins ha comenzado a compartir su experiencia en redes sociales, en YouTube bajo el nombre de caminodesantiagojlc, donde da consejos a peregrinos novatos y anima a lanzarse a rutas largas. «Muchos hacen solo el Camino Francés o tramos cortos, pero hay mucho más. Quiero que vean lo que realmente puede aportar el Camino». También hace lo propio en TikTok, donde comparte sus experiencias en el día a día.
Hoy, este empresario que empezó a trabajar a los 14 años y que con 22 ya tenía 60 empleados a su cargo, reconoce que el Camino no solo le salvó la vida, sino que le enseñó a vivirla.
Sisunendo que????? bosot no sabes ni lo que dises bocamollas