Los vecinos de la Playa de Palma le dan vueltas a una imagen que les ha llamado especialmente la atención en los últimos días. Y es que en la zona de la primera línea donde se ha retirado el polémico murete que delimita el arenal del paseo peatonal ha aparecido una larga fila de bordillos que limitan el espacio entre el paseo y la zona ajardinada. Allí, se amontona en algunos tramos parte de la arena de la playa que llega a través del viento y se ve frenada por esa pequeña pared.
Los residentes en la zona enseguida vieron esa actuación como una medida por parte del Ajuntament de Palma para frenar las críticas y la controversia surgida entre vecinos y comerciales en torno a la retirada del murete de la playa, lo que provocó, en una jornada ventosa, que la arena afectara a diferentes locales de la zona e invadiera el espacio por el que transitan peatones, bicicletas y vehículos autorizados.
Las obras del colector de aguas pluviales (CAZ) y del cambio de alumbrado en ese espacio turístico de primer orden han llevado consigo una serie de intervenciones, acumulando meses de trabajos que, con la llegada de la temporada alta, son más visibles ante la notable presencia de visitantes que ya copan los establecimientos hoteleros y la oferta complementaria.
La respuesta
A primera vista, comentan quienes viven en esa barriada que la idea parece tener el fin de parar la arena de la playa y calmar los ánimos, pero desde el Ajuntament de Palma trasladan una versión oficial que dista de la popular. Y puntualizan que no es una solución al murete que se eliminó. «Este hecho todavía está siendo estudiado, con el objetivo de encontrar la alternativa más viable para que pueda servir como elemento de contención de la arena», explican desde Cort.
Explican desde el consistorio que se trata de un bordillo que ha instalado allí el área de Infraestructuras con el fin de «delimitar y separar, en línea con las obras del CAZ que se están desarrollando en la zona, lo que es el parterre del adoquín, ya que si a este último no se le pone un tope, corre riesgo de soltarse y caerse». Ese es el motivo por el que se han colocado esos bordillos en la Playa de Palma, remarcando que se dejan «las juntas abiertas para que cuando caiga el agua, corra y puede llegar a la jardinera».
A simple vista, Chapuza.