La playa de Can Pere Antoni, en Palma, ha vuelto a convertirse este 23 de junio en uno de los puntos neurálgicos de la celebración de la noche de Sant Joan. Sin embargo, la magia y el espíritu festivo de esta tradición se han visto empañados por la creciente práctica de parcelar la playa con antelación, un comportamiento que ha generado malestar entre numerosos residentes y asistentes.
Desde primeras horas de la tarde, grupos de personas se han acercado a la playa para delimitar espacios con cuerdas, cintas y sillas, reservando amplias zonas para uso exclusivo de familiares o amigos que llegarían más tarde. «Es intolerable», comentaba indignada una vecina de la zona a Última Hora. Otros hablaban directamente de «ocupación ilegal» del espacio público y reclamaban la intervención de las autoridades.
Varios residentes han expresado su enfado por esta práctica, que aseguran se repite desde hace años sin que el Ajuntament de Palma haya tomado medidas para regularla. «Llevamos varias ediciones así, pero cada vez va a más», afirmaba otro asistente, visiblemente molesto al no encontrar espacio para instalarse con su familia.
La noche de Sant Joan, una de las más esperadas del año en Mallorca, marca la llegada del solsticio de verano y es tradicionalmente celebrada con hogueras, baños nocturnos y rituales simbólicos. En playas como Can Pere Antoni, Ciudad Jardín o Es Molinar, miles de personas se reúnen cada año para disfrutar de la velada con música, comida, y el típico salto sobre el fuego o las olas para atraer la buena suerte. El ambiente festivo y comunitario, sin embargo, contrasta cada vez más con conductas poco solidarias que buscan asegurar una ubicación privilegiada a toda costa.
Este medio ha podido constatar que, pese a las quejas ciudadanas y a la creciente tensión que provoca esta ocupación temprana del litoral, Cort no ha adoptado de momento ninguna medida concreta para prevenirla o sancionarla. Tampoco se ha desplegado un operativo específico para controlar el uso equitativo del espacio público en esta noche tan señalada.
Mientras tanto, muchos asistentes apelan al civismo y al sentido común. «Esto no puede convertirse en una carrera por acaparar metros de playa como si fuera propiedad privada. Es de todos», zanjaba otro vecino.
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