Reuniones sí, botellones no. Ese podría ser, salvo algún caso aislado, el resumen de la primera noche en el Paseo Marítimo después de que el Govern prohibiera a los markets vender alcohol a partir de las diez de la noche. La nueva medida surtió efecto al menos en la noche de este sábado, ya que la presencia de jóvenes haciendo botellón fue testimonial. Su número también decreció en comparación a los últimos fines de semana. Fue un sábado tranquilo, sin ningún tipo de incidencias destacables.
Alcohol controlado
Pasada la hora límite de las diez de la noche, recorrimos varios establecimientos y en todos menos en uno nos informaron de la nueva ley. En el primero nos dijeron que podíamos adquirir alcohol hasta las doce, pero no más tarde. «Aquí ya no vendemos. Si vas por las calles de más arriba, igual te venden pero aquí ya no podemos, nos arriesgamos a que nos multen. Veremos si el día 26 (fecha en la que se decidirá si la medida se prorroga o no) se arregla esto», comentó el informado dependiente de un mini market del Paseo Marítimo.
Nos encontramos a un joven al que le preguntamos si conocía algún lugar para comparar etílicos y nos contestó que «aquí ahora está chungo, ya no venden. Pero conozco un paki (el negocio de un paquistaní) que me conoce y a mí sí que me vende».
Poco después, nos encontramos a un joven llamado Cipri en compañía de unas amigas. Le preguntamos por la nueva medida antialcohólica y nos respondió que «bien, pero ahora, por culpa de esta ley, piden el DNI en los bares. Yo creo que es contraproducente porque la gente se organiza previamente y compra antes, por lo que aumenta el número de ventas». Acerca del menor número de jóvenes de fiesta en el Paseo Marítimo, Cipri apuntó que «la gente se ha pirado a Magaluf».
La noche transcurrió de manera tranquila. Había riadas de jóvenes circulando por las aceras que consumían en los bares de copas del paseo. Era muy difícil encontrar a alguno con una bolsa de plástico o consumiendo alcohol en la vía pública. La Policía Portuaria controlaba desde la distancia que la situación no se desmadrase y bloqueaba el acceso al saliente antes popularmente conocido como ‘El Ancla', donde hace años se acumulaban cientos de botelloneros antes de que la noche se calmara por la presión policial.
Cambios
Algunos jóvenes se instalaron en los huecos de las terrazas o en plazoletas como las aledañas al Auditòrium. El perfil del fiestero que se podía encontrar ese sábado era el de una persona joven y había muchos menores de edad. Solo fue a partir de la una de la madrugada cuando el número de jóvenes aumentó considerablemente, pero de manera calmada, sin estridencias.
En definitiva, puede decirse que la nueva norma antibotellón destinada a prevenir aglomeraciones que disparen el número de contagios por COVID-19 sirvió para disuadir a los jóvenes de comprar alcohol y beber en la vía pública a altas horas de la madrugada. Al menos, en el Paseo Marítimo de Palma. También impidió que se despacharan licores en los markets pasadas las diez de a noche. Ahora solo queda esperar para saber si este es un efecto pasajero o va convertirse en la tónica habitual en la fiesta nocturna.
«La medida de no vender a partir de las diez ayudará a solucionar el problema»
Propietarios de bares de copas del Paseo Marítimo reflexionan de manera favorable sobre las medidas para regular la venta de alcohol en los locales de 24 horas, pero relatan con asombro y decepción los hechos sucedidos hace menos de una semana y que publicó Ultima Hora.
«El otro día vimos como había centenares de jóvenes haciendo botellón, corriendo y gritando sin que pasara nada», mantienen Javi Lluís y David Cabezas, dueño y trabajador del bar Mirablau, respectivamente. Por su parte, Jesús Moncada, dueño del bar Thalassa, cuenta cómo «a nosotros nos están midiendo el CO2 dentro de los locales, nos están limitando la capacidad al 50 %, la gente tiene que estar sentada, si no beben tienen que usar mascarillas, y luego ves que hay otro tipo de negocio que está vendiendo alcohol 24 horas a chavales de 14 años».
Preguntados por si la medida de restringir la venta de alcohol mejorará la situación, Lluís y Cabezas afirman que la medida ayudará a que no se prolongue toda la noche. «Lo que es cierto es que se buscarán la vida: contactarán con uno de 18 años y ese comprará».
Moncada explica que «tendrá efecto. Más que nada por un tema económico que los disuade. Lo que les cuesta una copa en mi local es lo que vale una botella en un 24 horas, por lo que si se quisiesen emborrachar en mi negocio no pasarían de una consumición antes de que acabaran el dinero».
Un cliente de toda la vida' del halassa, José María Durán, explica que «en esta zona hay otro tipo de clientela que elige un bar para tomarse una copa después de cenar tranquilamente. Me parece normal la nueva ley porque la gente joven es la que está algo más desfasada y causa problemas. Me da igual que cierren los 24 horas porque yo vengo a mi sitio fijo a disfrutar».