La incógnita se desvela y este domingo, 1 de octubre de 2017, España y el mundo miran a Cataluña. La celebración del referéndum de autodeterminación, proclamado por el Govern de la Generalitat con el amparo de la mayoría independentista en el Parlament, y vetado y declarado ilegal por el Tribunal Constitucional a instancias del Gobierno central fijan el interés en una jornada que se presume histórica.
Pase lo que pase, este 1-O marcará un antes y un después en la relación de Cataluña con el resto de España. Tras días de alta tensión marcados por detenciones de altos cargos políticos, intentos de registros de sedes de partidos independentistas, registros en conselleries de la Generalitat que se alargaron durante horas y que acabaron envueltos en protestas y escraches y que han suscitado investigaciones de la Audiencia Nacional por supuesta sedición, declaraciones de alcaldes comprometidos con el referéndum ante la fiscalía, la movilización jaleada por el pueblo de miles de agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad desde todos los rincones del Estado para frenar el desafío secesionista, y un ingente ruido mediático con posicionamientos políticos desde todos los sectores, que incluso ha calado en amplios círculos del ámbito internacional, por fin se despejan las dudas.
Se sabrá de qué forma el govern de Carles Puigdemont tratará de cumplir su compromiso adquirido con los ciudadanos en las urnas al ganar hace poco más de dos años las elecciones autonómicas con un programa que prometía iniciar un proceso constituyente, que culminara precisamente en un referéndum para elegir el futuro de Cataluña.
Asimismo, conoceremos de qué forma el ejecutivo central, mediante la Policía y la Guardia Civil, velará por no traicionar a los españoles que les creyeron cuando dijeron que no iba a celebrarse una consulta con garantías democráticas.
Como cuando el propio Mariano Rajoy se mostró firme hace pocos días en Palma, afirmando que «lo más sensato, lo más razonable y lo más democrático» era parar la deriva soberanista, ya que no existiría un referéndum como tal y no conducir esta situación a parte alguna.
Desde Mallorca, como no podía ser de otra manera, se siguen con atención los acontecimientos en una marcada polarización de las posiciones que también se ha dejado sentir en las calles.
Como muestra hace tan solo unas horas se vivió en la plaza de Cort de Palma una concentración bajo el lema 'España somos todos' contra la «anexión de Baleares» al «proyecto golpista del separatismo catalán». A su vez, un día antes una concentración más concurrida recorría las calles de la capital balear, apoyada por diversas entidades de la sociedad civil y partidos progresistas por la defensa de los derechos civiles.