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Abdicación de Juan Carlos I

La hora de Felipe y Letizia

Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, en una imagen de archivo tomada el pasado mes de enero. | SANTIAGO FERRERO

| Madrid |

La abdicación del Rey sitúa al Príncipe de Asturias en el momento más trascendental de su vida, la hora de asumir la Jefatura del Estado, tarea para la que se ha preparado a conciencia y que le exigirá toda la destreza de la que sea capaz, dado el desgaste sufrido en los últimos años por las instituciones.

Casi 39 años separan la llegada de don Juan Carlos al trono, en una etapa histórica de gran incertidumbre marcada por la muerte de Franco, de la ocasión que ahora se presenta al Heredero de la Corona, en circunstancias políticas y sociales muy distintas y con el país sometido a una crisis económica de la que aún no ha salido.

Acompañado de la princesa Letizia, con quien se casó hace diez años, don Felipe tiene ante sí un cometido institucional que no puede desmarcarse de la realidad social y política española y que incluye la modernización de la institución, tarea ya emprendida en los últimos años por la Casa del Rey.

Porque esta cita con la historia del nuevo monarca Felipe VI coincide con un creciente proceso de desapego hacia la clase política y los gobernantes, y se produce justo después de unas comicios europeos que han puesto el timbre de alarma en los grandes partidos con unos resultados que auguran el fin del bipartidismo.

La Corona no ha escapado a este distanciamiento ciudadano repetidamente constatado en las encuestas y que tiene su fecha decisiva en abril de 2012.

Aquel mes marcó un antes y un después en lo que se refiere al respaldo popular a la Monarquía, después de que una caída sufrida por don Juan Carlos en Botsuana durante una cacería de elefantes de la que no se tenía noticia, le llevara urgentemente al quirófano en Madrid y le obligara a pedir disculpas públicas.

La institución ya sufría para entonces los daños colaterales del «caso Urdangarin», agravados después con la imputación de la infanta Cristina que, como su marido, tuvo que declarar en el juzgado de Palma y está pendiente de la resolución judicial del caso.

Entre tanto, el Príncipe de Asturias se ha mantenido fiel a sus cometidos como Heredero de la Corona, ha reforzado su agenda y ha asumido un importante papel institucional que, sin llegar a sustituir a su padre en la Jefatura del Estado, le ha llevado a un lugar preferente en la proyección pública de la Casa Real.

La estadística de sus actos públicos, tanto en España como en el extranjero, supera en número a cualquier otro miembro de Familia Real, e incluso pronuncia más discursos que el propio Rey.

Nadie ha dudado en este tiempo de su capacidad no sólo para llevar a cabo estas tareas, sino también para reemplazar a don Juan Carlos cuando llegara el momento, una opinión extendida en todos cuantos ha tenido oportunidad de conocerle de cerca.

Y ese momento ha llegado, merced a una renuncia que permite traer a colación las palabras del propio Rey, en la entrevista que en diciembre de 2012 concedió a TVE; para su padre, don Felipe era el Príncipe de Asturias «mejor preparado de la historia».

O las que hoy mismo ha leído en su mensaje televisado a los españoles: «El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación».

¿Qué motivos tiene el jefe del Estado para hablar con ese entusiasmo de su hijo? Los mismos que llevan a cualquiera de los interlocutores que han tratado con él a coincidir en el tópico sobre la alta cualificación del Heredero.

Más allá de su actividad pública, en actos, audiencias y discursos, el Príncipe celebra reuniones de trabajo, alejadas de los focos, para «pulsar» la situación del país y conocer su realidad a través de expertos de distintos ámbitos de la sociedad.

Especial atención presta a todo lo que tiene que ver con la economía, los emprendedores -más si son jóvenes-, la ciencia y los avances tecnológicos, y comparte con la princesa Letizia su aprecio hacia el arte y la cultura.

Su personalidad, que puede parecer fría en los actos públicos, sin un mal gesto ni una salida de tono, se hace cercana en el trato directo, donde deja ver que también tiene humor y capacidad crítica.

Estos contactos trabados a lo largo de los años le van a ser especialmente útiles en la nueva etapa que se abre ahora para la Jefatura del Estado; y no se trata sólo de vínculos logrados en España, sino también en el resto del mundo.

Uno de sus mayores retos será sin duda el papel de «primer embajador» de España que le corresponderá ahora desempeñar, dando continuidad a las funciones que al respecto llevó a cabo su padre y que ha cumplido hasta el último momento, con sus viajes de los últimos dos meses a cinco países del Golfo Pérsico.

El Príncipe de Asturias ha estado presente en la mayoría de las tomas de posesión de presidentes iberoamericanos de las últimas décadas, y sus viajes al continente americano y a Europa superan los dos centenares.

Su seriedad, uno de los rasgos de su carácter más destacados, es apreciada fuera de España en estos viajes, algunos de los cuales ha emprendido acompañado de doña Letizia, como el de noviembre del año pasado a los Estados Unidos.

Deportista como su padre, aficionado sobre todo a la vela y el esquí, su formación académica -es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid- incluyó asignaturas de Económicas; también estudió en Canadá y en EEUU, habla inglés y francés.

Y, como corresponde al que va a ser jefe de las Fuerzas Armadas, en sus estudios militares pasó por la Academia Militar de Zaragoza, la Escuela Naval de Marín y la Academia General del Aire de San Javier; además es piloto de helicópteros.

A toda esta formación se suma algo que no se aprende en las academias, una experiencia obtenida desde un privilegiado punto de vista sobre España y el mundo, enriquecido en la última década con la aportación personal de doña Letizia, próxima reina de España.

En septiembre pasado, en su viaje a los Estados Unidos, ambos fueron recibidos en Miami como estrellas de Hollywood, aclamados de tal manera en el teatro Olympia casi se venía abajo.

La Princesa confesó: «Vamos a tener que venir más a Miami». Falta ahora un recibimiento más importante, el que les dispensarán, ya como Reyes, todos los españoles.

Biografía

Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias y heredero de la Corona, es el primer hijo varón de los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía y será a los 46 años nuevo rey de España tras la abdicación de su padre.

Nacido en Madrid el 30 de enero de 1968 y casado con doña Letizia Ortiz Rocasolano desde el 22 de mayo de 2004, tienen dos hijas, las infantas Leonor, nacida el 31 de octubre de 2005 y Sofía, el 29 de abril de 2007.

Recibió los atributos que le acreditan como Príncipe de Asturias el 1 de noviembre de 1977 en el salón del Cabildo de Covadonga (Asturias), si bien lo ostenta legalmente desde el día 22 de enero de 1977, fecha en que fue publicado en el BOE el Real Decreto sobre títulos y denominaciones que corresponden al heredero de la Corona.

Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, realizó un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad Georgetown de Washington (EEUU).

Desde julio de 2009, es teniente coronel de los ejércitos de Tierra y Aire y capitán de fragata en la Armada.

Sus primeras apariciones oficiales se produjeron en noviembre de 1975, tras la proclamación como rey de don Juan Carlos. Desde que terminó sus estudios universitarios y su formación militar, ha realizado una intensa actividad pública.

En 1981 presidió su primer acto oficial y pronunció su primer discurso en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias.

En 1986, al alcanzar la mayoría de edad, prestó juramento ante las Cortes de desempeñar fielmente sus funciones y de guardar y hacer guardar la Constitución, según el artículo 61 de la Carta Magna.

Ha visitado oficialmente 14 de las 17 comunidades autónomas y, desde 1996, es el representante de España en las tomas de posesión de los jefes de Estado iberoamericanos.

Ha viajado a numerosos países europeos y americanos, así como del mundo árabe, Extremo Oriente y Oceanía. El príncipe muestra un especial interés por todos asuntos relacionados con la UE, Oriente Medio, Norte de África e Iberoamérica.

Don Felipe asiste con regularidad a las exposiciones económicas y comerciales organizadas por España en el extranjero; y presta una especial atención a la difusión de la cultura española, sobre todo, a través del Instituto Cervantes.

El 16 de marzo del año 2001 se aprobó su Guión y Estandarte con el que se autoriza el uso de armas propias siguiendo una antigua tradición de la Casa Real española.

Algo más de un año después, el 22 de junio, estrenó su nueva residencia oficial, próxima al Palacio de La Zarzuela en Madrid. Ese día presidió allí una reunión de la directiva de la Fundación Príncipe de Asturias.

Don Felipe ha participado en acontecimientos de gran trascendencia en España, como los funerales por Miguel Ángel Blanco (1997) o la manifestación de repulsa al terrorismo convocada en Madrid tras los atentados del 11-M en 2004.

Mantiene regulares encuentros y reuniones con los órganos constitucionales y con las principales instituciones del Estado para estar al corriente de sus actividades. También asiste a reuniones de distintos organismos de la Administración del Estado y de las Comunidades Autónomas.

Periódicamente visita instituciones extranjeras para conocer sus actividades y, entre otros, ha viajado a las sedes de la ONU, la Unión Europea, la OTAN o la OCDE.

Hay determinados actos institucionales en los que acompaña al Rey, como la Pascua Militar o la recepción al Cuerpo Diplomático. El 12 de junio de 2010 acompañó a los Reyes en la conmemoración del 25 aniversario de la firma del Tratado de Adhesión a la CEE por parte de España.

Durante la convalecencia del Rey, tras ser intervenido de un nódulo pulmonar el 8 de mayo de 2010, sustituyó al Monarca en los actos de su agenda, como la cena a los jefes de Estado y de gobierno participantes en la Cumbre UE-América Latina (17 de mayo) y la entrega de la Copa del Rey (19 de mayo).

Desde el 18 de noviembre de ese año se incorporaron a sus actividades oficiales las audiencias militares, cometido que hasta entonces ejercía exclusivamente el Rey.

En 2011 y debido a la los problemas de salud del Rey, don Felipe, por primera vez desde que cuenta con agenda oficial, tuvo más actos que don Juan Carlos.

Tras el nuevo accidente sufrido por el rey el 14 de abril de 2012, volvió a retomar parte de su agenda, con actividades como la entrega del Premio Cervantes, el 23 de abril, o la final de la Copa del Rey, el 25 de mayo.

El 17 de noviembre el Príncipe participó en el almuerzo de trabajo ofrecido por el rey a los jefes de Estado y de Gobierno participantes en la XXII Cumbre Iberoamericana celebrada en Cádiz, en la jornada de clausura, lo que consolida su presencia en las cumbres que tienen lugar en España como ocurrió en Salamanca en 2005.

A finales de noviembre de 2012, tras la operación de cadera del rey, retomó una vez más parte su agenda.

Es presidente de honor de varias asociaciones y fundaciones, destacando por su especial vinculación la Fundación Principado de Asturias. Desde 2009, año de su constitución, es también presidente de honor de la Fundación Príncipe de Girona.

Tras su matrimonio con la princesa de Asturias el 22 de mayo de 2004, ambos mantienen una apretada agenda tanto en el interior como en el exterior de España.

El primer viaje de la pareja al extranjero tuvo lugar el 28 de junio de 2004, con una visita al Papa Juan Pablo II en el Vaticano. Su primera visita oficial fuera de Europa fue a México entre el 17 y 20 de julio siguiente.

Aficionado al deporte, fue miembro del equipo olímpico de vela en clase Soling en los Juegos de Barcelona de 1992, en cuya inauguración desfiló como abanderado del equipo español.

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