Varios miles de personas despidieron ayer en el monasterio de San Lorenzo del Escorial (Madrid) a doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans, madre del Rey y condesa de Barcelona. Antes, se ofició una misa en el Palacio Real a la que asistieron representantes de todas las instituciones del Estado. La misa corpore insepulto, oficiada por el arzobispo vicario general castrense, monseñor José Manuel Estepa, comenzó a las 11.30 horas y se prolongó durante unos 45 minutos.
En un sitial destacado de la Capilla Real, los Reyes siguieron la misa visiblemente emocionados, ante el feretro de la condesa de Barcelona, cubierto con la bandera de España. En algunos momentos don Juan Carlos tuvo que echar mano de un pañuelo para secarse las lagrimas. Junto a los Reyes, se situaron el Príncipe de Asturias, los duques de Lugo y los de Palma de Mallorca.
La Familia Real estuvo acompañada en el funeral por el Gobierno en pleno, los presidentes del Congreso, Senado, Poder Judicial y Tribunal Constitucional, casi todos los presidentes de las autonomías, los alcaldes de Madrid, Barcelona y Sevilla, y representantes de las principales partidos.
Terminada la misa, los restos mortales de la condesa de Barcelona fueron conducidos a la Plaza de la Armería, a través de la escalera de Embajadores. Abrió el cortejo el feretro portado por diez soldados de la Guardia Real, seguido de los Reyes y su familia. En el momento de salir al exterior siguiendo al feretro, ya depositado sobre un armón de artillería, el Rey invitó a sus hermanas, doña Pilar y doña Margarita, a caminar juntos en primera fila tras el feretro.
A las 12.45, con un tenue sol, la comitiva fue recibida con honores por batallones de la Guardia Real alineados en la Plaza de la Armería a los acordes de una marcha funebre. En mitad de la plaza, se escuchó el himno nacional y las 21 salvas reglamentarias. Ya en la plaza de la Basílica de la Almudena, cuyas campanas repicaron en honor de la difunta, destacamentos de los tres ejércitos rindieron también honores.