«Hemos estado todo el fin de semana pegados al teléfono, a la televisión, a las noticias... todo ha sido muy rápido y sólo podemos estar contentos», asegura Mohamad Zutot, un joven de origen sirio residente en Porreres, junto a parte de su familia más próxima, quienes celebraron la caída definitiva del régimen de Bachar Al Asad, aunque se mostraron sorprendidos «por lo rápido que fue todo», aseguraba. Una sensación que comparte su padre, Mustafa, al igual que otros compatriotas que han encontrado cobijo y una nueva vida en Mallorca, como Mohamad Berro Ahmad, natural de la zona de Alepo e instalado hace siete años en la Isla, primero en Palma y actualmente en Artà.
Tras más de una década de guerra civil, y pese al apoyo de Rusia e Irán, el régimen de Bachar Al Asad ya es historia tras el acelerado avance de las tropas rebeldes, que tomaron Damasco en cuestión de horas, provocando la marcha del mandatario, quien recibió asilo por parte de uno de sus grandes aliados y voló rumbo a Moscú.
«Ha sido rapidísimo, de un día para otro», asegura este último, quien defiende la teoría de que «todo ha sido negociado, sino es difícil explicar esta velocidad», añade. Ha podido hablar con sus allegados en Alepo y le cuentan que allí «no hay ni gobierno, ni ejército ni nada», mostrando una alegría por la cadena de acontecimientos que entremezcla con una buena dosis de prudencia. «Ahora, veremos qué pasa, porque si no se controla puede ser peor. Es un momento que no podemos dejar pasar para cambiar Siria. Ahora, toca que haya un buen gobierno para levantarlo o no», prosigue Mohamad Berro Ahmad.
De la misma manera, asegura que tiene unas «ganas locas» de volver a su país de origen «para visitar a mis hermanos, sobrinos y demás familiares». «Si se da la opción, lo haremos, pero hay que ver cómo se suceden los acontecimientos», relata, expresando «una gran alegría» por el final del mandato y la dictadura de Bachar Al Asad, «a la vez que prudencia, porque queda mucho trabajo por hacer y no podemos dejar pasar esta oportunidad y conviene que sea una transición ordenada», refiere Mohamad Berro.
Eufóricos
Quien no podía esconder su felicidad era Mohamad Zutot, quien huyendo de Siria al Líbano en 2012 acabó diez años después en Mallorca, acompañado de una buena parte de su familia, entre ellos su padre, Mustafa. Nació en la provincia de Idlib y, con 19 años, tiene una opción bastante formada sobre lo que han vivido familiares suyos durante décadas en Siria.
«Estamos más que contentos. Es el momento del cambio, lo que pase ahora no será peor que Al Asad. Hay miles de personas en las cárceles y ha habido muchas injusticias durante años y años», asegura este joven, quien ha mantenido contacto durante estos días tan frenéticos con sus abuelos, entre otros familiares que están en territorio sirio. «Estamos felices por la gente que sigue allí, ahora serán más libres», comenta con una amplia sonrisa.
Y recuerda que, en el pueblo de sus más allegados, era el régimen de Irán quien mandaba. «Nos lo robaron todo y ahora no tenemos casa allí. La gente recuperará lo que era suyo, ya estaba cansada», reiterando que, pese a los interrogantes que depara el futuro gobierno «no será peor que lo que había antes, ahora son libres», añade este estudiante de Bachillerato que, junto a sus familiares, sueña con volver a Siria.
«Sólo viví cinco años allí y tengo recuerdos que quiero recuperar. Si es un país seguro tras la caída del régimen, la gente querrá volver y muchos regresarán para siempre», anticipa, señalando las ganas de su propio padre y muchos de sus familiares de poder pisar de nuevo el país que les vio nacer y del que tuvieron que huir a consecuencia de la dureza del régimen de Al Asad.