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Aparcar la vida para ayudar en la catástrofe: celebrar un cumpleaños o un viaje entre padre e hijo

La motivación de los voluntarios que viajan es diversa y a la vez, tiene un objetivo común: renunciar a todo con tal de echar una mano a quien más lo necesita

Pau Viver junto a su padre, Miquel, de camino a Valencia.

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Sólo quien ha realizado algún viaje solidario, lo sabe. Las incansables ganas de ayudar, el vínculo que se crea con los compañeros con los que puedes no compartir nada aún compartiendo lo único que verdaderamente importa, tu motivación, el minúsculo granito de arena que supones en mitad de una catástrofe sin precedentes; es tan indefinible que muchos ni siquiera pueden explicar la razón real por la que están aquí, aunque en su fuero interno la tienen absolutamente clara. Cuando estás en un lugar afectado por una tragedia, el tiempo no tiene ningún sentido si no transcurre mientras das lo mejor de ti.

Lo sabe bien Miquel Viver, propietario del Ranxo Ses Roques, del Port d'Alcudia; quien se enamoró de los proyectos de Inca Mallorca Solidaria tras su primera incursión en Ucrania. Éste será su segundo viaje humanitario. Lo hace acompañado de su hijo Pau, de 19 años de edad. «Tenerle a él aquí te toca más la fibra, tienes más responsabilidad pero creo que hacer esto le va a abrir los ojos, es una oportunidad de salir de tu zona de confort, conocer otras situaciones y ayudar a la gente», explica Miquel mirando de reojo a su hijo. Pau continúa impactado por las primeras imágenes que vio de Valencia: «pensé en cómo hubiera sido si nos hubiera tocado a nosotros, me puse en la piel de las familias de Valencia, es muy fuerte, la DANA podría haber descargado aquí. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros, papá?», le preguntó a su padre cuando ocurrió.

En un viaje humanitario es imprescindible el trabajo de grupo y una organización impecable

Miquel considera que la lección que aprenderá su vástago durante este viaje, no puede adquirirse de niinguna otra forma. «La juventud no está perdida, lo han demostrado todos esos jóvenes que hemos visto trabajar en Valencia ayudando a sus vecinos, sólo hay que orientarles y educarles». Ambos coinciden en que todo lo que rodea a la catástrofe y no pertenece directamente a la emergencia, sobra. «Lo que ví no me gustó, no era el momento de decir yo lo he hecho bien y tú no, seas quien seas, del partido que seas, es hora de buscar a los desaparecidos, de recuperar los cuerpos sin vida, los valencianos tardarán mucho en recuperar su vida normal y debemos hacerlo juntos», afirma Pau. «Hay quien busca crispar y es cierto que las cosas no se han hecho bien pero desgraciadamente, la humanidad debe aprender de cada catástrofe, ya habrá tiempo de valorar lo que se ha hecho mal y si realmente se detecta que ha sido así , que se ha jugado con la vida de las personas, es una falta de respeto absoluta a los ciudadanos y no deberíamos permitirlo», zanja Miquel.

Imagen del convoy entrando en el buque de Trasmed, que facilita gratuitamente los viajes de voluntariado.

No son los únicos que viajan en familia, Charo viaja junto a su hijo Robert, Antonia junto a Kenya y Álvaro, o incluso Pep con su nuera Claudia. Son algunos de los nombres familiares de un convoy que hasta que no ha tocado la 'terreta' no ha podido hacerse a la idea de las durísimas tareas que quedan por delante. Algunos irán a Torrent a limpiar escombros y podrían incluso localizar los cuerpos sin vida de los menores desaparecidos en la riada. Cualquiera de ellos, incluso, podría vivir tan delicada situación el día de su cumpleaños. Como Xantia, mallorquina de adopción con familia en Polonia y Alemania. Este miércoles cumple años. No lo celebrará pero sí lo vivirá en Valencia.

Xisco García, Xantia y Sandra Kost renunciaron a sus vacaciones familiares para ayudar en Valencia

Ella y su pareja Xisco, de la vermuteria Ca'n Jano en Ca'n Picafort, son amantes de los animales y decidieron colaborar en la emergencia aportando 150 kilos de pienso para todas aquellas mascotas afectadas por la DANA. Cuando fueron a donar su aportación, el ambiente de los voluntarios les encandiló de tal manera que decidieron cambiar todos sus planes. «Tenía ganas de celebrar el cumpleaños con mi hermana, que por fin, venía a verme a la isla pero ocurrió esto y sentí que debíamos venir», cuenta Xantia. Su hermana, Sandra, vio lo ocurrido en Valencia y no pudo negarse al deseo de su familiar. «Vamos», le dijo sin pensárselo. Xisco Garcia implicó también a su equipo de empleados, «yo siempre elijo a la gente por su corazón, no por su currículum», cuenta convencido. Dicho y hecho. Aportaron su vehículo y sus manos. La reserva de la cena del cumpleaños de su mujer se cancela hasta nuevo aviso mientras trabajan en Valencia para tratar de devolver un poco la luz a los afectados.

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