Los jardines de Marivent se abrieron de par en par para recibir a una selección de lo mejorcito de la sociedad balear: desde grandes jerifaltes a las notas más sobresaliente de la Selectividad. Artesanos, alcaldes, cineastas, algún deportista, unos cuantos hoteleros y muchos cocineros. La espera de los periodistas se hizo tediosa, durísima, casi tres horas varados en la entrada de Marivent, tras los muros, escuchando los cánticos de los republicanos. Tras pasar por los arcos de seguridad (créanme, los periodistas no somos de fiar), los invitados iban llegando en microbuses que subían y bajaban incansables, transportando personajes insignes, mientras otros llegaban a pie y subían la suave cuesta hasta el punto de encuentro.
El calor abrasador, más de 40 grados por la mañana, hasta 33 a las nueve y media de la noche, se cebaba con todos los invitados. La alerta naranja por calor no tiene piedad. Los abanicos aleteaban furiosos, los hombres se enjugaban las gotas de sudor y sonreían como podían. Ellas, alzadas sobre sus tacones, luchaban contra el encrespamiento de sus melenas (maldita humedad mallorquina). Dos grandes ventiladores y botellas de agua impedían que los periodistas sucumbieran ante la lipotimia en acto de servicio.
La presidenta del Congreso, la insular Francina Armengol, abrió el besamanos luciendo un favorecedor vestido azul con flecos y el bronceado: Madrid le sienta muy bien. Su sucesora en la Presidencia del Govern, Marga Prohens, optó por un modelo del diseñador Pablo Erroz y joyas de la ibicenca Elisa Pomar. Prohens lució una larga camisola de color rosa con aberturas a los lados y un pantalón largo blanco, ambos de satén. Prendas ambas muy fluidas y de aire refrescante para una de las noches más tórridas.
Otro de los modelos más comentados fue el de la vicepresidenta del Consell de Mallorca, Antònia Roca, que optó por una falda de la marca Feel Mallorca, de Alaró, que le diseñó una larga falda de roba de llengües de tonos rosados y un top blanco con hombros al aire.
Las mujeres optaron, la mayoría de ellas, por vestidos fluidos y cuñas de esparto: el estilo mallorquín ideal para sobrevivir a los últimos y furiosos coletazos de julio. Aún así, las hubo que se vistieron como si fuesen a grandes fastos nupciales en una catedral cualquiera en el mes de marzo. Para ser mallorquín hay que saber adaptarse al medio, es decir, a las noches tropicales. De ahí que sea más adecuado optar por el look de Dune, con destiltrajes que permiten recuperar la humedad perdida.
Entre los hombres, causó furor el hotelero ibicenco Diego Calvo, CEO de Design Hotel Group, con aire de rockabilly canalla que contrastaba con la sobriedad de los hoteleros mallorquines. Otro ibicenco que rompió moldes: el diseñador Tony Bonet, con unas deportivas doradas. También triunfó el diseñador Pablo Erroz: vistió a Prohens y se lució con un traje de color arena y abarcas menorquinas. Otra alternativa fue Marina de Cabo, escritora y premio Ciutat de Palma de poesía. Mientras la muestra de la sociedad balear desfilaba y presentaba sus respetos a Felipe VI y las reinas, las cigarras gritaban rabiosas, defendiendo sus dominios de las visitas. El desfile hiperrápido se había finiquitado en apenas un cuarto de hora. Llegaba el momento de saborear las propuestas de Maca de Castro y Marga Coll, mientras los periodistas se escabullían por el bosque, diseñado por Saridakis, para escribir las crónicas.