Los sensores que miden la calidad del aire que se respira en los puertos de Baleares detectan un descenso de los niveles de dióxido de azufre (SO2) cuando arranca la temporada turística, las cifras se mantienen a la baja desde principios de abril a finales de septiembre y vuelven a subir a partir de octubre. Así se desprende de las lecturas históricas que realiza la Autoridad Portuaria de Baleares (APB). La presencia del gas contaminante se redujo de 14 ug/m³ en la temporada invernal a 9 ug/m³ en la temporada estival en el año 2022 y en este 2023 (a falta de lo que ocurra de aquí al final de año) los patrones repiten la misma tendencia.
El dióxido de azufre es un gas que se origina principalmente durante la combustión de carburantes fósiles que contienen azufre (petróleo y combustibles sólidos). Un estudio del grupo de presión Transport & Environment (T&E) publicado en junio de este año señala que los cruceros que atracaron en puertos de la Unión Europea en 2022 emitieron tanto óxido de azufre como mil millones de coches. Sin embargo, en el puerto de Venecia los contaminantes atmosféricos procedentes de los cruceros disminuyeron un 80% tras la prohibición impuesta por la ciudad a los grandes cruceros.
Partiendo de ese datos lo lógico sería pensar que la presencia de dióxido de azufre en el puerto de Palma subiría con la llegada de la temporada alta de cruceros pero los sensores de la APB muestran justo lo contrario. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno? Si algo diferencia a los puertos de Baleares de los de otros destinos de Europa es que forman parte de la propia trama urbana de las ciudades. Por eso es más que posible que sus sensores reciban no solo las emisiones de los barcos sino también las de los vehículos que circulan por el Paseo Marítimo. ¿Explicaría esto por si solo el empeoramiento de la calidad del aire en la temporada invernal? Teniendo en cuenta que la flota de vehículos se dispara con la llegada de los rent a car en la temporada alta, no parece la explicación más plausible. Es una de las cuestiones que los investigadores tendrán que estudiar a medio y largo plazo.
Se sabe que en líneas generales el principal emisor de SO2 en los municipios de Europa es el sector industrial por los que la distribución temporal de los niveles de SO2 suele estar determinada por los periodos en los que la industria emisora que afecta a la estación está en funcionamiento. Es algo que se observa especialmente en las ciudades más industriales del norte, pero con el turismo como principal industria en Baleares llama especialmente la atención el recuento de la calidad del aire del puerto de Palma. En cualquier caso hay que decir que tanto la media estival como la media invernal registradas están dentro de los niveles máximos considerados no perjudiciales para la salud que recoge el Ministerio para la Transición energética y el reto demográfico.
Los niveles de dióxido de azufre (SO2) están regulados en la normativa por su potencial efecto sobre la salud y los ecosistemas, incluso a grandes distancias del foco emisor. Puede provocar irritación e inflamación del sistema respiratorio, afecciones e insuficiencias pulmonares, alteración del metabolismo de las proteínas, dolor de cabeza o ansiedad. También tiene consecuencias, sobre la biodiversidad, los suelos y los ecosistemas acuáticos y forestales (puede ocasionar daños a la vegetación, degradación de la clorofila, reducción de la fotosíntesis y la consiguiente pérdida de especies). Los expertos advierten que un elevado niveles de dióxido de azufre puede afectar también a las edificaciones, a través de procesos de acidificación ya que reacciona con el vapor de agua y con otros elementos presentes en la atmósfera, de modo que su oxidación en el aire da lugar a la formación de ácido sulfúrico.
En el año 2016, ante la creciente preocupación por la contaminación atmosférica, la Autoritat Portuària de Baleares (APB) impulsó en colaboración con la Univesitat de es Illes Balears (UIB) un proyecto pionero para medir la calidad del aire en sus puertos. Actualmente tiene ocho sensores instalados en el puerto de Palma (más uno móvil en un coche de la policía portuaria) y dos colocados sobre los sensores que tiene el Govern en Bellver y en Foners. Los medidores de la APB, que son capaces de medir distintas variables, han sido premiados a nivel internacional. El próximo mes de octubre los responsables del proyecto participarán en el XIII Encuentro Puertos del Futuro y Días Mediterráneos que se celebrará en Francia. Allí, ante los representantes de otros puertos europeos presentarán tres ponencias relacionadas con la búsqueda de la sostenibilidad, entre ellos el de medición de la calidad del aire.