«Un accidente de tráfico me salvó la vida porque descubrí a tiempo que tenía cáncer». Esta la paradoja del destino que ha vivido Antonio Sánchez. Hace tres años se dirigía a su casa en moto, tras salir de su trabajo en el aeropuerto de Palma, donde ejercía de maletero; iba detrás de un coche que puso el intermitente para girar, pero el vehículo que iba detrás de Antonio no frenó y lo arrolló.
Lo trasladaron al hospital y en una de las radiografías que le realizaron detectaron que tenía una mancha en el pulmón; la biopsia confirmó que era cáncer de pulmón. Él no se había notado nada, ya que esta patología no presenta síntomas hasta darse en fases más avanzadas, pero el hecho de diagnosticarlo tan a tiempo le salvó la vida. Antonio fue intervenido quirúrgicamente y tuvo que someterse a 37 sesiones de quimioterapia; aunque en principio lo tenía localizado en el pulmón, posteriormente, se extendió y llegó cerca del corazón. «Los primeros ciclos fueron muy duros, duraban caso diez horas cada uno de ellos», recuerda.
Aunque el cáncer de pulmón es uno de los más mortales, Antonio nunca temió morirse, aunque sí reconoce que cuando le dieron la noticia se quedó en shock. «No quería pensar, intentaba ser optimista», expresa. Tiene claro que su enfermedad estaba motivada por el tabaco; fumaba un paquete y medio diario desde los 15 años. Al conocer que tenía cáncer de pulmón dejó de fumar, pero confiesa que fue muy difícil y que actualmente le sigue costando cuando ve a otras personas con un cigarrillo. «Dejar de fumar es muy difícil, pese a todo lo que he pasado con el cáncer de pulmón, a mí me ha costado mucho hacerlo; sales y ves a todo el mundo con un cigarrillo».
Asfixiado por su situación económica
Superar el cáncer de pulmón ha sido muy duro. Además, precisa que tiene que someterse a revisiones periódicas puesto que durante tres o cuatro años puede volver a reproducirse. La felicidad por haber vencido al tumor se ve lastrada por las trabas que está encontrando para salir adelante económicamente. No puede volver a su trabajo como maletero porque se asfixia; está limitado hasta para subir y bajar escaleras, pero aún no le han reconocido la incapacidad permanente. Antonio reprocha que no ha recibido ningún tipo de ayuda por parte de las administraciones públicas porque no había cotizado a la Seguridad Social durante tres años en los últimos diez. Pese a todo, sigue luchando e, igual que hizo con el cáncer, confía en salir adelante.