La pastelera Andrea Gutiérrez hizo pública esta semana la problemática que había sufrido con una clienta descontenta, debido a la que recibió numerosas reseñas negativas sobre su negocio, amenazando su reputación en internet. Lo hizo, según contó ella misma a este periódico, para visibilizar este tipo de comportamientos vejatorios que pueden sufrir los pequeños empresarios por parte de compradores descontentos, pero, debido a la gran repercusión que ha aglutinado el caso, M. E. A, la clienta afectada, ha optado por defenderse, negando el supuesto acoso y explicando su punto de vista.
El motivo de la disputa es una tarta que encargó M. E. A. a la pastelera para el banquete del bautizo de su hijo en junio, valorada en 225 euros, que, al tener ambas una amiga en común, se quedó en 205 euros. El día de la ceremonia, la empresaria tuvo un cambio de proveedor en el último momento y no logró un resultado óptimo, motivo por el que, cuando acudieron a recoger el pastel las amigas de la mujer, les descontó de entrada cincuenta euros, quedándose el precio final en 150 euros. «Asumí mi responsabilidad y devolví 50 euros en mano», asegura Gutiérrez, que envió un mensaje a la clienta especificando que «Si consideras que no es suficiente la rebaja, no dudes en decírmelo». M. E. A., efectivamente, reclamó una mayor indemnización -«Lo que recibimos no valía 150 euros», subraya, ante lo que la empresaria ofreció dos packs de desayuno. La clienta los rechazó y pidió que le realizara, en compensación, la tarta del cumpleaños de su hijo en octubre. El acuerdo fue mutuo y Gutiérrez le propuso un vale por una tarta, sin especificar las características. «Esto pasó en junio y confié en ella, por lo que no hice nada en ese momento», expresa M. E. A.
El verdadero conflicto, efectivamente, se desató en octubre. A falta de pocas semanas ya para el aniversario del pequeño, la madre solicitó un pastel para veinte personas, pero la repostera le advirtió que solo cubriría los gastos de una producción para doce comensales. «Andrea, quedamos que me harías una tarta para el cumple de mi hijo. No quiero una extraordinaria, sino una normal y no vamos a ser doce, sino más. Espero no tener problemas, porque sino voy a ir a Consumo. Estoy ya un poco harta», contestó M. E. A., al entender que el producto ofrecido no reparaba el daño del del bautizo. Por contra, Gutiérrez considera que «no tenía por qué ofrecer compensación, porque el producto se había consumido, pero quise hacerlo por voluntad propia».
Fue, según la versión de la clienta, el que no le contestara a las llamadas, lo que le hizo presentarse en la tienda para reclamar una solución. Allí, reclamó que si la tarta no era para doce personas, le devolviera los cincuenta euros que costaba el vale, y, ante la negativa de Gutiérrez, llamó a la Policía. Los agentes que acudieron al local, debido a que legalmente no había lugar a una reclamación (la tarta se recogió y consumió), recomendaron a M. E. A a interponer una queja en Consumo. La señora, además, escribió una reseña negativa en Google y compartió su malestar con sus grupos de contactos, dando pie a lo que la repostera consideró una campaña de desprestigio: la lluvia de críticas que recibió su establecimiento por parte de los amigos de la mujer descontenta. A ello, Gutiérrez respondió publicando su testimonio «de acoso» en redes sociales, que acumula más de 800 'Me gusta' y unos 120 comentarios hasta este sábado por la tarde, algunos, con duros reproches hacia la clienta, de la que no ha trascendido en ningún momento la identidad y quien apunta que otros compradores descontentos con la pastelería se han puesto en contacto con ella a raíz de lo publicado.