Aunque aún falta un tiempo, hasta el 2002, para que veamos en nuestras manos la nueva moneda europea y desaparezca definitivamente la peseta, el euro es ya una realidad. Las operaciones financieras y bursátiles se efectuarán, desde el próximo lunes, ya en euros, que es la nueva divisa de los once países de la Unión Europea y Monetaria. Las expectativas levantadas por el nacimiento de la nueva moneda han sido enormes y, de hecho, no es para menos. Tanto es así que existe preocupación en Estados Unidos por la fortaleza de esta nueva divisa.
Si bien es cierto que los analistas coinciden en señalar que puede dar mayor estabilidad a los mercados internacionales. Incluso se apunta que, antes de su origen, ya ha contribuido a atenuar los peligrosos efectos de la crisis de los mercados asiáticos de finales del pasado año.
También es verdad que existen muchas esperanzas y que los ciudadanos españoles esperan que sus niveles de renta, a medida que se establezca la nueva moneda, se aproximen a los de los países más ricos de la Europa comunitaria. De hecho, Rodrigo Rato apuntaba esta posibilidad como consecuencia de este proceso económico.
Pero sería bueno que recordásemos que el nacimiento del euro y el hecho de que España pueda estar en prímera línea desde el principio no es atribuible sólo a un Gobierno. Ha sido una labor en la que todos han tenido que contribuir tanto a nivel del control de los precios como de la moderación salarial.
Ahora debemos afrontar un futuro que se antoja enormemente positivo, si bien es verdad que el proceso no está completamente finalizado. Un cambio de este enorme calado debe hacerse gradualmente y con la suficiente planificación. Aún así, el euro ha comenzado ya a dar sus primeros pasos.