«Soy una persona que se emociona fácilmente», dijo Martí March cuando tuvo que detener la lectura de su discurso de investidura por la emoción tras mencionar a sus difuntos padres y hermano. También lo hizo al referirse a Francina Armengol, presente en la abarrotada sala de plenos, por haberle permitido entrar en la vida política, así como a su familia «que me ha apoyado al tomar esta decisión».
Con los votos de los seis representantes socialistas y los cuatro de Més, con los que se llegó a un acuerdo de investidura pero no de gobernabilidad, Martí March se convirtió en el tercer miembro de la familia que es investido alcalde, tras su padre y su hermano, Miquel Àngel March. Ofreció «diálogo y consenso con todas las fuerzas» y auguró «una nueva etapa en el municipio en las que habrá retos como el turismo sostenible, la recuperación de la bahía, el PGOU, la cuestión de Formentor,...». Le cedió la vara Andrés Nevado (UMP), que en su discurso tuvo muchas palabras de agradecimiento hacia los trabajadores municipales y hacia su socio de gobierno, Tomeu Cifre, que también pasa a la oposición con la coalición Tots per Pollença-PI.
Tomeu Cifre, tras felicitar a March, se refirió a él como «gran tecnócrata, que ahora tendrá que adaptarse a decretos ley y ordenanzas que ustedes mismo han firmado». También mencionó Armengol para subrayar «las puertas que se nos han cerrado y los proyectos que han quedado olvidados en un cajón en las instituciones supramunicipales».
Joana Aina Campomar (Més) resaltó que «las mujeres y la juventud son mayoría en nuestro partido» y pidió «dignificar la política municipal», a la vez que afirmó que el acuerdo de investidura «no es una carta blanca. Queremos respeto y equilibrio a la hora de compartir la Alcaldía».