Jorge Dezcallar, diplomático y exdirector del CNI, comenzó su ponencia –bajo el título Un mundo en cambio acelerado– citando a Lenin. «Hay décadas en las que no ocurre nada y hay semanas en las que ocurren décadas». La frase del líder bolchevique («o que se le atribuye a él, cualquiera sabe si lo dijo o no») ejemplifica como ninguna otra el momento de «la aceleración del tempo histórico que estamos viviendo».
Las claves de este vertiginoso viaje hacia el futuro están ancladas en una cuádruple revolución (tecnológica, del BIT, genética y demográfica), la cual, a su vez, se enmarca en un contexto geopolítico determinado por tres vectores: la incertidumbre de las elecciones en EEUU, las dudas de Europa sobre su propio futuro y las exigencias del Sur Global en torno a un nuevo reparto del poder mundial. «Estamos en el fin de una época histórica», advierte para añadir que la inteligencia artificial es un nuevo elemento en el tablero de juego cuyas posibilidades «asustan incluso a sus propios creadores». Para Dezcallar, es necesario «regular» todo lo concerniente al desarrollo de la IA «sin impedir el progreso».
En un mundo con EEUU y China como los dos grandes hegemones, «Europa se busca a sí misma».En ese sentido, para Dezcallar se hace evidente que en el momento actual la Unión Europea «es inoperante» en conflictos como el de Gaza. Entre otras cosas, «porque ni siquiera hay una política exterior común».
En un clima con las voces de la ultraderecha más crítica con el espíritu antieuropeísta se están haciendo más fuertes gracias a las urnas, «no se le puede decir a un chico del mundo actual que Europa se creó para evitar guerras entre Francia o Alemania porque ya no te lo va a comprar». La UE, por tanto, necesita encontrar nuevas razones de ser y de comunicar los valores del proyecto de integración.
Por otro lado, a economías emergentes como las que integran los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se están uniendo otras que Dezcallar integra en el «Sur Global» para reclamar una mayor preponderancia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en base a su poderío económico, militar, industrial o demográfico.
Máxime cuando se trata de naciones con diferentes historias culturales y sistemas de valores a los occidentales que no se ven reflejadas en las normas impuestas. «Hoy día no podría aprobarse la Declaración Universal de Derechos Humanos en un mundo tan diverso».
El viejo orden mundial, prosiguió, «va a ser sustituido por un mundo bipolar entre China y EEUU». En ese mundo, concluyó, «va a haber desconfianza, proteccionismo. Aunque los que hablamos de esto, acostumbramos a equivocarnos».
El apunte
«Rusia está cayendo en manos de China»
En el mundo bipolar que dibuja Dezcallar, con EEUU y China ubicados en cada uno de esos polos, el futuro de Rusia se escora hacia Oriente. «Rusia está cayendo en manos de China», señaló para sentenciar que «el sueño de Gorbachov se ha ido por el desagüe». En ese contexto, «si finalmente se produce una confrontación entre China y EEUU lo de Ucrania será solo un mero rasguño». Por otro lado, África emerge como «el continente de las grandes inversiones empresariales» en los próximos años. Una carrera en la que los chinos ya llevan años cobrando ventaja.