Una de las estrategias del área de turismo por las que se ha decidido apostar en los últimos años está siendo el turismo ecuestre. Este es un tipo de turismo que permite alargar la temporada y diversficar la demanda, tal y como lo lleva haciendo desde hace diez años la finca de Son Àngel, uno de los mejores ejemplos de cómo hacer las cosas bien y una de las empresas más experimentadas de la isla.
La finca de Son Àngel está situada en la zona norte de Menorca y tiene cerca de 300 hectáreas de tierras de cultivos, bosques, costa y edificaciones. Se encuentra ubicada en una zona de gran valor paisajístico, ecológico y con numerosos elementos etnológicos. Las rutas ecuestres de Son Àngel nacieron de la pasión del jinete Toni Bosch Moll, un ciutadellenc que lleva su afición por los caballos en las venas y que ha trabajado intensamente para conseguir que hoy le lleguen clientes de Singapur o de Australia, que viajan expresamente para recorrer Menorca durante una semana. “Al principio lo planteamos como oferta complementaria para rutas de unas horas, pero nos quisimos especializar en este tipo de turismo que busca algo completamente diferente”, explica Toni.
ALTO VALOR. Quizás el cambio de chip para volver la mirada hacia las posibilidades de visitar Menorca bajo otro prisma haya sido la puesta en marcha del Camí de Cavalls, pero lo cierto es que desde Son Àngel han sabido posicionarse a lo largo de estos años. “No ha sido fácil profesionalizarse en este tipo de turismo porque no puedes defraudar las expectativas de un cliente que tiene por delante siete días de contacto con los animales, el entorno natural y tu compañía. Lo que pagan por la estancia es casi lo de menos, pero montar a disgusto puede ser muy contagioso en un mundo como este”, añade Toni. “Al principio, recibíamos turistas independientes que llegaban recomendados, pero ahora ya nos conocen todos los touroperadores especializados. De hecho, recibimos clientes de todo el mundo”, añade. Hace dos meses, un equipo de Canal Plus Francia les hizo un reportaje de una de sus rutas y estos días acogen un grupo de jinetes franceses que han venido a hacer una salida de cinco días. Habitualmente las rutas de varios días se hacen de abril a mayo o de setiembre a noviembre. En junio, julio y agosto se dedican esencialmente a salidas por horas que permiten descubrir playas con alguna otra actividad.
DETALLES. El turismo ecuestre es el turismo de los pequeños detalles y Toni Bosch lo sabe perfectamente porque estuvieron planificando casi un año y medio las diferentes rutas que disponen. “El norte de Menorca es el preferido por los jinetes y lo que hacemos es combinarlo con experiencias culturales o gastronómicas hechas a medida, para que sea una estancia memorable”, explica. “Una de las claves del éxito es no dejar nada al azar. Tienes que tener siempre un plan B y un plan C. Debes conocer palmo a palmo el territorio, las zonas donde podrás pasar y no pasar, o las fincas que te podrán atender. No puedes improvisar porque tienes a tu cargo 8 o 10 personas que cabalgan bajo tu responsabilidad”, concluye.
EL CABALLO. El otro protagonista es el propio caballo, que tiene que estar siempre en óptimas condiciones. “No todos sirven y el jinete no acepta cualquier animal porque sabe enseguida qué caballo le has dado y cómo ha sido cuidado. A lo largo de estos años hemos tenido que doblar la flota y actualmente disponemos de 56 ejemplares repartidos entre las fincas de Son Àngel, Son Juaneda y Binipati Pons. Treinta nos sirven para las rutas (tenemos una docena preparados para recorrer entre 100 y 150 kilómetros) y el resto son sementales y yeguas”, explica. “Uno de los hándicaps de un negocio de estas características es que cuesta mucho que se convierta en negocio, teniendo en cuenta el mantenimiento”, concluye Toni. Actualmente existen diez empresas en Menorca que también han decidido acercarse a este turismo tan especializado.