LITERATURA

Pere Joan Martorell: «Hace treinta años buscaba el poema, ahora él «viene a mí»

El autor celebra sus 30 años de vida poética con la antología 'Ara que ja és fosc' (Nova Editorial Moll)

Pere Joan Martorell

El escritor Pere Joan Martorell celebra su vida poética de 30 años en la antología 'Ara que ja és fosc' (Nova Editorial Moll) | Foto: P. Bota

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Aunque insiste en que vida y poesía van de la mano, Pere Joan Martorell (Lloseta, 1972) reconoce que su nacimiento biológico no coincide con el poético. «El Pere Joan poeta nace a partir de unos hechos, ocurridos en una época temprana, de instituto, cuando con 15 o 16 años vivo unas experiencias negativas de gente muy cercana que desaparece, por accidente, enfermedad o suicidio. Entonces me quedo en shock, en estado de perplejidad. Entré en una depresión profunda, me encerré en mi mismo, pero afortunadamente entré en la biblioteca del pueblo y me la bebí entera, empezando por la poesía. Me dedicaba a leer y a ver películas. Esa expiación me sirvió para empezar a escribir y, así, descubrí mi yo poético. Además, el hecho de ganar algunos premios literarios al principio también me animó a seguir. Gané el Premi Llorenç Moyà de Binissalem, y eso que fue casi involuntario, porque fue la bibliotecaria la que me insistió en que me presentara. Luego la cosa fue bien, como una rueda», cuenta el autor.

Y así hasta hoy, 30 años después, cuando ha reunido en la antología titulada Ara que ja és fosc (Nova Editorial Moll) una selección de toda su obra poética -no incluye los poemas en castellano que, según asegura, desearía que hubieran desaparecido de la faz de la tierra-. Cabe destacar también que Lluís Calvo firma un prólogo que en realidad se perfila más bien con un estudio introductorio, que pone en diálogo todos los prologuistas que ha tenido Martorell, un epílogo literario, cortesía de Lucia Pietrelli e ilustraciones de Tomeu Coll. La primera presentación será el miércoles 9 de abril a las 18.30 horas en Embat (Palma) y, a la semana siguiente, el miércoles 16 de abril, hará lo propio en el Teatre de Lloseta, donde el acto será especialmente festivo, con poemas musicados y recitales.

El proceso de confección de esta retrospectiva literaria, que se remonta a 1995, ha sido un «ejercicio autoimpuesto» de «vaciado intenso, de comparación, de recuerdos». Un ejercicio que responde, en buena medida, a la necesidad del autor de consultar sus primeros títulos publicados, descatalogados e inaccesibles. «Yo mismo he tenido que pedir a familiares y amigos que me los dieran. A partir de ahí, he puesto en valor el trabajo realizado. Porque no, no se debe renunciar al pasado, al poeta que eras. Eres otro porque las circunstancias y los lugares. Ha sido realmente interesante llevar a cabo este inventario que han terminado siendo los cien poemas que salvaría de estos 30 años de trayectoria».

Sobre cómo ha evolucionado su poesía a lo largo de estas tres décadas, el escritor reconoce que, a nivel formal, «siempre he pensado que no solamente te marcan hechos personales y particulares, sino también lecturas y poetas. Si cuando empecé a escribir, en los años de instituto y de universidad, leía poetas más transparentes y directos, como Miquel Martí i Pol, Miquel Àngel Riera o Margarit, con el paso del tiempo las lecturas han ido cambiando. Ahora son más sintéticas, más opacas, con autores de cabecera como Andreu Vidal. Tampoco las circunstancias son las mismas. Creo que el cambio es sobre todo a nivel formal. Al final, los temas de mi obra giran en torno a tres ejes». En este sentido, explica que «hay dos clases de poetas: aquellos que fusionan vida y poesía, que para mí son los auténticos porque tienen una mirada del mundo diferente, singular y particular; los poetas que imaginan o fantasean, creando mundos alternativos, algo impensable para mí, que no soy capaz de escribir sobre algo que no he vivido, aunque sean sueños».

De esta manera, los tres ejes temáticos son: el binomio paso del tiempo y muerte, algo ya indicativo con el primer título del libro de la antología, Del record contra el temps, que escribió con veinte años; el binomio amor y desamor, que queda reflejado en Eros, con poesía «amorosa, sexual y experimental» y, como contrapunto, Quimera, dedicado al desamor, que «tendemos a olvidar». El tercero, admite, es un «cajón de sastre más amplio, que incluye píldoras de ámbitos tan diversos como la mitología, la cultura o la identidad; son poemas que pueden surgir de hechos cotidianos y personales, como la visita a una exposición o una excursión».

En cuanto a la forma, ahí si ha habido más variación. «Los poemas iniciales son más cortos, pero luego fui escribiendo poemas más largos, casi narrativos, e incluso algunos, que hablan sobre la creación del hombre como una suerte de mitología personal y pueden llegar a las dos o tres páginas, como si se tratara de un pequeño ensayo. En Quimera, por ejemplo, mezclo poemas más narrativos y largos hechos con decasílabos con poemas conceptuales, sintéticos, que no tienen puntuación», compara.

De aspecto profético, como aseguró en un prólogo Ponç Pons, y «sacerdote moderno» según Calvo, Martorell se define como un estoico. «Como psicólogo, los que me conocen saben que siempre me ha gustado más escuchar que hablar, que me gusta ayudar», afirma. Pero, ¿lo es también en poesía? «Pons Alorda habló de mi poesía como expresionista. No lo sé. Tengo claro que, cuando hago poesía, lo primero es que es el poema el que tiene que venir a buscarme. En cambio, hace 30 años, era yo el que me sentaba y procuraba escribir sobre algo, por ejemplo, una excursión a Deià. Ahora espero a que me llegue algún estímulo y, a partir de ahí, me pongo a trabajar. El tiempo ha provocado ese cambio: de ir a buscar a las musas a hacer que me canten».

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