Cuando el escritor y guionista Ray Loriga comenzó a publicar, allá por los 90, algunos dijeron que sería un one hit wonder, es decir, una moda pasajera, un chico de un solo éxito. Él, sin embargo, tenía otros planes, y ya acumula tres décadas en la cresta de la ola de las modas literarias. De etiqueta esquiva, agilidad léxica, cigarrillo pegado al dedo y un parche en el ojo debido a una operación a vida o muerte, Loriga parece ganarse a pulso eso que le llamaban hace décadas: ‘El escritor más moderno'. Hoy, a las 12.30 horas, Loriga es entrevistado por Javier Pachón, pero este sábado ya se le pudo ver por el Innside Calvià Beach, que acoge el FLEM. Allí nos recibe.
«Mi relación con la literatura no es de odio. Bueno, quizá con la mía propia, pero leer me apasiona y sigo haciéndolo, de modo que no odio la literatura. Ahora, con la escritura ya es otra cosa porque es una relación más difícil», detalla Loriga quien explica, contundente: «Una cosa es lo que sueñas con tus libros y otra lo que consigues». A pesar de sus reticencias o inseguridades como creador, sus novelas siguen llegando, los reconocimientos también y, aunque no necesariamente por este orden, los lectores le siguen reclamando.
No obstante, él lo tiene claro: «Hay que separar el éxito literario que puede ser de crítica, venta, traducciones, etcétera, y la fama. Lo primero no conlleva nada malo, pero lo segundo, de por sí, es estúpido». Además, según señala, «toda esa atención es incómoda para un escritor que, por norma general, lee y escribe solo. En su día me tocó esta exposición excesiva y me cargó, así que me alejé», comenta en mención a cuando se marchó a Nueva York. Asimismo, asegura Loriga que el «anhelo de la juventud no me parece coherente». Él, que parece uno de estos jóvenes eternos, es de la opinión de que «no hay que sublimar la juventud que no es una maravilla per se» y se reafirma: «Bastante tiene uno con ser en general».
Cine
Tampoco añora el cine, al cual se ha dedicado en varias ocasiones incluida la escritura del guion de Nacido rey, dirigida por nuestro Agustí Villaronga. «Escribo alguna cosa cuando me la encargan, pero no estoy capacitado físicamente para dirigir». Aunque, tras pensarlo, matiza un poco: «No echo de menos el follón de la financiación, hablar con todo el mundo, etcétera. Es decir, no añoro todo lo que conlleva hacer una película menos lo bonito, que es dirigir».
Finalmente, Loriga se despide señalando que no lee mucha literatura actual, salvo «algo que me pasa mi editor o algún amigo». «Es obvio que hay muchos mejores escritores muertos que vivos» y lamenta, como tantos otros, que «con todo lo que me queda por leer hacia atrás, es muy difícil leer hacia delante».